CAP. 5

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Fui todo el camino en coche mirando a Axel excepto cuando él apartaba su mirada de la carretera y se giraba hacia mi, entonces yo miraba al cielo.

Salí del coche, había empezado a llover otra vez, estaba empapada.

- Rápido Zaida, está lloviendo a mares.- dijo Axel mientras se quitaba su americana azul.-¿Tienes frío?

Casi me da algo allí mismo.

-Sí, un poco.- dije yo.

- Ponte esto, ¿así mejor?.- dijo mientras me ponía su americana sobre mis hombros.

La americana olía a su perfume y no me la quité en toda la noche. Entramos al bar, donde nos encontramos con mi padre y con Amanda y comimos dentro debido a la tormenta que había fuera; la verdad comí perfectamente. Se hicieron las 18.00 h y aún seguíamos en el bar, entonces llamaron a mi padre por teléfono, eran del trabajo, pasaba muy buenos ratos con mi padre pero trabajaba demasiado y eso me enfadaba, pasaba más tiempo trabajando que conmigo.

-¿Si?- respondió mi padre al teléfono.

-Tenemos que hablar, ven ya.- respondió Santiago.

-De acuerdo.- dijo mi padre, y se levantó rápido de la silla.

-¿Que pasa?- dije yo intrigada.

-Nada, temas de trabajo, Amanda y yo nos tenemos que ir.- dijo mientras Amanda se levantaba de su silla.

-Pero, no os podeis ir, llueve muchísimo, podría caeros un trueno encima.- dije yo con preocupación por mi padre.

-No tardaremos, vosotros no salgáis de aquí hasta que deje de llover un poco.- dijo mi padre a punto de salir por la puerta.

-De acuerdo.- dijo Axel.

Se fueron de allí corriendo hacia el coche, los contemplaba por la ventana. Ahora me había quedado sola con Axel, era algo incómodo estar con una persona que conoces de un solo día a solas.

-¿Te apetece un té?- dijo él con una sonrisa.

-Si no hay otra opción.- dije con una sonrisa torcida.

Estuvimos un largo rato hablando pero con él el tiempo se pasaba rápido. Miré el reloj y ya eran las 21.00 h pero aún no había parado de llover, me estaba empezando a plantear que nos tendríamos que quedar a dormir en el bar hasta que Axel habló con su dulce voz.

-Voy a por mi coche, tú quédate aquí para no mojarte y ahora paso a por ti, ¿de acuerdo?.- dijo él mientras salía por la puerta.

Me quedé esperándole 5 minutos, miraba por la ventana como corría hacia el coche sin ni una sola chaqueta, la llevaba yo, se me escapó alguna que otra carcajada. Paró en la puerta y pitó, salí corriendo y me moje todo el pelo pero no pude evitar sonreir al ver que estaba completamente mojado.

-Veo que te has dado un bañito.- le dije soltando una carcajada.

-Cierto.- dijo él devolviéndome la sonrisa a la vez que se escurría su ropa.

Me reí muchísimo con él y estuvo todo el camino soltando bromas. De pronto el coche se paró y noté su mano en mi mejilla, abrí mis ojos y lo vi mirándome fijamente con sus inmensos ojos verdes y su brillante sonrisa blanca.

-Ya hemos llegado Zaida.- dijo él.

-¿Me he dormido?- pregunté con un pequeños bostezo.- ¿qué hora es?

-Me temo que sí.-dijo riendo y quitando su mano de mi mejilla.- son las 22.00 h, te has echado una buena siesta.

Volví a cerrar mis ojos y lo vi desparecer, entonces la puerta donde estaba yo se abrió y apareció él de nuevo, agachado dándome la mano.

Cantante a la fugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora