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Quizás tendría que odiarle, o tal vez odiarse a sí mismo por haberse girado.

Si Laurent había sido lo suficientemente imprudente como para haberle seguido, podría haberlo sido también para regresar al Nido, pero no.

Se había vuelto al oír su nombre y, al verlo, había sido incapaz de dejarle allí sin más.

Había estado tan cerca de aquel barco: hubiera sido tan fácil, tan rápido... Se acercaba a él, habría arribado un poco más hacia la orilla, habría nadado un poco hacia ellos y... rumbo de nuevo a casa.

A casa.

A Carol.

-Lo siento- pronunció Laurent al sentir los pensamientos del hombre. -Solo quería verte; te habías ido sin despedirte- su inocencia no permitió que aquello sonara siquiera a reproche.

-No pasa nada- mintió. -Otro día será- aferró la cuerda de su zurrón y suspiró sin dejar de avanzar.

-¿Y ese día te despedirás?- sintió miedo de no saber si volvería a intentar partir mañana, o pasado, o dentro de una semana.

-¿Quieres que lo haga?- pensaba que no hacerlo sería lo mejor.

-Sí- al menos así podría disfrutar del tiempo que les quedara juntos, sin temor a que desapareciera al segundo siguiente.

-Está bien- trago saliva y continuó caminando en silencio.

Tendría que armarse de valor para mirar al chico a los ojos y decirle adiós. Tendría que reunir todas sus fuerzas para abrazarle por última vez; porque aquella sí sería la última vez, porque no volvería allí nunca más.

Regresar a la Commonwealth era olvidarse de todo aquello y eso, en algún lugar de su corazón, comenzaba a dolerle demasiado.

-¡Laurent!- escucharon a Sylvie gritarle desde lo alto del Nido.

El niño le sonrió.

-Lo estábamos buscando- añadió mientras bajaba.

-Me siguió- resumió Daryl.

-Pero estoy bien- añadió él.

-Grâce à Dieu- susurró ella antes de conseguir respirar. -Hay que avisar a Isabelle de que ha regresado- añadió.

-Vamos- colocó Daryl la mano en la espalda del chico para seguir hacia el interior del edificio.

Si todos lo estaban buscando, si sabían que había salido de allí... no quería ni siquiera imaginar el miedo que debía estar sintiendo la mujer, así que avanzaron con rapidez.

Si fuera Judith, si fuera RJ, incluso... si fuera Carol... agradecería cada segundo que pudieran haberle quitado de angustia.

-Está aquí- pronunció en cuanto la vio al fondo de uno de los pasillos.

-¿Estáis bien?- contestó ella, sorprendentemente tranquila.

-Sí- asintió el chico.

-Bien- sonrió mientras se acercaba.

-Laurent...- musitó Daryl.

-¿Qué?- contestó solícito.

-¿Puedes volver fuera con Sylvie?- le pidió antes de tragar saliva, con la mirada fija en los ojos de Isabelle.

-Claro- no entendió nada, pero igualmente volvió tras sus pasos.

-¿Qué pasa?- habló la mujer en cuanto el niño se hubo marchado.

-A Sylvie se le iba a salir el corazón del pecho buscando al chico- empezó a decir, -estaba asustada por no saber dónde estaba-.

-Todos nos hemos asustado- lo corrigió.

-Tú no- la acusó sin ningún atisbo de duda. -Tú sabías que estaba conmigo- respiró. -Tú lo avisaste de que me había ido-.

-Eso no es así- intentó defenderse.

-No...- supo que mentía. -Estaba a punto de irme- apretó los dientes, -había un barco- y los puños también con fuerza. -¡Este no es mi sitio, Isabelle!- alzó la voz. -Yo no debo estar aquí, nunca debería haber llegado aquí-.

-Pero estás aquí- insistió. -Y has vuelto por él-.

-No he vuelto- la corrigió con rabia. -Solo le he traído, mañana mismo me marcharé- si en algún momento había dudado, ahora estaba completamente convencido.

-Dale una semana al menos- torció el gesto, contrariada por primera vez en aquella conversación.

-Una semana...- sintió un puñal clavándose y retorciéndose justo en su pecho.

Una semana era lo que debía haber tardado en volver de Maine a casa. Una semana desde que se interrumpió aquella llamada hasta poder al fin volver a abrazar a Carol.

Una semana, solo una semana.

-No- añadió. 

Coming homeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora