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-¿Qué quieres?- le preguntó Carol.

-Nada- se encogió de hombros y le sonrió.

-¡Genial!- ironizó antes de retomar el paso.

De todos los pocos imbéciles que debían quedar en aquel estado, aquel día se estaba cruzando con todos.

-Hey- volvió él a llamarla desde el interior del coche.

Carol suspiró, se obligó a poner su mejor sonrisa entre sus labios y se giró de nuevo hacia el hombre.

-Te puedo llevar- se ofreció.

-No, gracias- respondió al instante.

-Vamos, sube- insistió amablemente.

-No- le repitió y continuó el paso para dejar atrás al coche y a aquel tipo extraño.

-Oye...- lo escuchó volver a llamarla y sintió el deseo irrefrenable de apuntarle con la ballesta de Daryl y hacer que se callara pero, aún así, tomó aire y siguió andando.

Primero a paso tranquilo. Luego rápido al sentir como el coche había vuelto a ponerse en marcha para seguirla con suma lentitud.

-Puedo esperar así hasta que te canses...- se permitió él bromear al ponerse justo a su altura.

-Mira...- decidió no declararle aún la guerra. -Conozco como acaban estas historias desde mucho antes de toda esta mierda, así que no, no voy a subirme al coche- respiró. -Te agradezco que intentes ayudarme pero... no lo necesito, ¡gracias! Puedes marcharte- tragó saliva y esperó durante unos largos segundos a que él volviera a meter primera y empezara a perderse de su vista pero no, se quedó allí, parado, mirándola. -Está bien- bufó.

Rodeó el coche y comenzó a caminar campo através. Así no podría seguirla. Le dejaría lo suficientemente atrás en la carretera, aunque eso la desviara y la hiciera perder aún más tiempo del que ya había perdido.

Llevaba tres días dando vueltas sin parar; las primeras horas con la moto, el resto... a pie.

Otra vez.

-Maldita sea- pensó al ver otra vez a aquel coche acercándose a ella.

Tomó aire y se acercó a la ventanilla de nuevo.

-Sé que te va a sonar poco convincente, y... siento estar siendo tan molesto, de verdad- le dijo, -pero créeme, solo quiero ayudar-.

-Yo no necesito ayuda- lo corrigió.

-¡Lo sé!- volvió a sonreír, divertido.

-¿Lo sabes?- frunció el ceño.

-Sí- fingió de pronto cierta seriedad, -hace unos... tres días me topé con un coche en mitad de la carretera y pensé: ¡con suerte a estos solo se les ha acabado la gasolina!- volvió a ensanchar la sonrisa. -Pero no, y era un buen coche... ¡mejor que esta camioneta! Así que me monté, la conseguí arrancar y... ni dos metros había avanzado cuando un tío dentro del maletero empezó a gritarme que le sacara- no pudo evitar soltar una carcajada.

-¡Mierda!- se había olvidado completamente de él.

-¿De verdad pensabas ir a rescatarlo?- exclamó sorprendido.

-¿Lo hiciste tú?- si la respuesta era un sí, ahora no solo tenía un problema sino dos.

-Sí, pero tranquila, se quedó con tu coche y se largó en dirección contraria a la gasolinera; creo que realmente le asustaste- había algo en ella que le divertía y fascinaba al mismo tiempo, su forma de actuar, su ingenio... y ahora que la tenía justo delante, quizás también su mirada y su voz.

-¿Cómo sabes lo de la gasolinera?- a ella, por el contrario, él aún la asustaba.

-Te vi- contestó con simpleza.

-¿Dónde?-.

-En la gasolinera- sonrió ante la obviedad. -Fui a por unos litros y... mientras esperaba... te vi- le repitió. -Estabas allí preguntando por ese hombre al que buscas- añadió.

-¿Tú le has visto?- por un instante diseño que sí.

-No- o al menos no le recordaba, -pero puedo ayudarte a buscarlo- volvió a decirle.

Y ahora Carol sí lo pensó al menos.

-Si quieres puedo bajarme del coche, y revisas que no hay ningún arma oculta bajo las alfombrillas- bromeó. -Te dejo hasta conducir si eso te hace sentir más segura...-.

-Está bien- tomó aire. 

-¿Te montas, entonces?-. 

-Te bajas-.

Coming homeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora