The diary of Adrien Agreste 《A.A y tú》©

10. Elixir.

Pov ____________:

Cerré los ventanales de golpe, dejando al extraño chico con la palabra en la boca. De seguro era un akuma que convertía los sueños en realidad.

Ya esperaría a que MísterBug y LadyNoire lo resuelvan, claro, esperaría dormida.

Me lance a mi cama con una sonrisita satisfecha, me acobije y cerré los ojos cayendo en un profundo y reparador sueño.

***

Un bostezo escapó de mi boca, la señorita Mendeleiev me miro al instante. Me hundí en mi asiento ante su imponente mirada.

—Ven —pidió mientras los demás seguían atentos a los ejercicios.

Me puse de pie con resignación, al estar frente al escritorio de la señorita Mendeleiev me entrego un juego de varias hojas.

—Deberás revisar estos exámenes y realizar correcciones si es necesario —sonrió con amplitud y suspire frustrada.

Haber terminado los ejercicios antes que todos fue mala idea.

—¿Tinta roja o azul? —pregunte.

—Azul para las correctas —miro los exámenes que ella llevaba.

Camine de nuevo a mi lugar, Adrien me miro con diversión y lo mire mal.

Me senté a su lado para empezar a revisar los exámenes con ayuda de la hoja guía de respuestas que la profesora me entrego.

La hora del almuerzo no se hizo esperar, cuando el timbre sonó todos empezaron a abandonar el laboratorio, estaba orgullosa de mi, había terminado los exámenes con rapidez.

—Solo termina estos y te vas a almorzar —me entrego otra pila de exámenes. Abrí mi boca para protestar pero la cerré al instante—. Para compensar tu bostezo en mi clase. Agreste, afuera.

Mire al rubio, me miro con ligera pena y sonreí para alivianar su sentimiento.

Ambos salieron del laboratorio dejándome sola. 

—No dijo nada de escuchar música —sonreí maliciosa.

Me coloque mis auriculares y empezó a sonar "Entre dos Tierras", mi favorita.

Conforme calificaba movía mi cabeza al ritmo de la canción, prestaba atención a lo que revisaba pero también a la canción.

—¡Déjame, que yo no tengo la culpa de verte caer! —canté—, si yo no tengo la culpa de ver que... —fingí llevar una guitarra—, ¡entre dos tierras estás, y no dejas aire que respirar!

Termine con los primeros exámenes cuando vino el solo de guitarra acompañado de la batería. Esta vez fingí tocar la batería.

—¡Entre dos tierras estás, y no dejas aire que respirar, wuoooh! —fingí llevar una guitarra. Me puse de pie para más dramatismo de rockera profesional.

Me gire y vi a cierto chico castaño mirarme con una ceja alzada.

—¿Tú? —murmuré anonada. Iba vestido con un jean negro, una camiseta blanca con una chaqueta de jean color gris, llevaba unos tenis blancos. Pasaba desapercibido—. ¿Estudias aquí?

—Solo para no perderte el rastro —masculló con indiferencia.

—Estás loc... —un fuerte estallido me hizo mirar a esa dirección.

Tosí un poco para espabilar el polvo y una silueta masculina se dibujo entre la neblina.

—El preso cero, uno, seis, cuatro —susurró el castaño poniéndose frente a mi, su traje galáctico apareció de la nada. Tecnología avanzada pero...¿cómo?—. No me digas que...