The diary of Adrien Agreste 《A.A y tú》©

16. Ayuda.

Días después.
Pov ____________:

Después de mi incidente en la clase de esgrima tuve que guardar reposo al menos por tres clases, por lo que el aburrimiento me gobernaba. Nuestro pequeño Jr paseaba por toda la casa como si estuviera vigilando.

En la pantalla se anunciaba la victoria de Lady Noir y Míster Bug de esta última batalla. Ambos sonreían a las cámaras aunque el rubio lo hacía con pesar.

Cuando ambos héroes se fueron, me puse de pie con dificultad, me apresure a cerrar las ventanas junto a las cortinas.

Volví a mi cama.

—Toc, toc —mire a la puerta con una sonrisa—. ¿Puedo pasar?

—Ander, hola —le hice una seña de que entrara. Cuando lo hizo se sentó al borde de la cama, me entrego una pequeña caja decorada y sonreí—. No era necesario...

—Ábrela —pidió con una sonrisita.

Rodé los ojos divertida.

—Bien —accedí. Abrí la caja de tamaño mediano—. No...

—Si... —sonrió divertido.

—¡Noo! —lance la tapa de la caja, tome entre mis manos la otra caja de cristal—. Esto es una reliquia.

Dentro de la caja de cristal, estaba mi más añorado objeto. Un urumi de plata negra. Estaba enrollado en espiral. Es...perfecto.

—Lo es, pero tú lo querías —murmuró con aires de arrogancia.

—Debió costar una fortuna —seguí admirando el urumi a través de su caja de cristal—. Tengo que pagart...

—No —negó con rapidez—. Es un regalo, por favor...no lo rechaces.

Mordí mi labio. Ni loca lo rechazaba, pero tampoco me agradaba la idea de que gastara dinero en mí.

—Lo haré con una condición —deje de apreciar mi urumi—. Que aceptes un regalo de mi parte.

Abrió la boca para replicar pero la cerró de nuevo.

—Está bien —accedió rendido.

Reí, dejé la caja de cristal dentro de la caja de cartón y lo abracé de imprevisto.

—Es el mejor regalo de toda mi vida —lo abrace con fuerza, debido a la emoción—. Gracias, Ander.

Acaricio mi espalda.

—Eres mi mejor amiga, no dudaría en ser yo el que te diese tu regalo favorito —nos separamos—. ¿Cómo va tu tobillo?

Miro mi pierna, justo en el vendaje de mi tobillo.

—Mañana me quitarán la venda, quizá pueda volver a esgrima pasado mañana.

Una mueca se dibujo en mis labios.

—Sé que adoras ir a esgrima pero primero está tu salud —despeino mi cabello. Me quejé—. ¿Vemos películas?

Sonreí con emoción.

Al día siguiente.

—Creo que fue muy desconsiderado —inició Ander mientras caminábamos a mi ritmo, lentos pero seguros.

—¿Desconsiderado?, Ander, por amor no vas a frenar tus sueños —exclame casi indignada—. Si esa persona te ama, esperará por ti.

Ander sonrió, terminamos de subir las escaleras y recorrimos el parque. Según mamá era conveniente ejercitar el tobillo, por lo que Ander se ofreció a acompañarme a caminar bajo el atardecer.