7.

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Él pensó que junto a Tobio, jamás viviría la experiencia de un corazón roto. Él juró que nunca sería parte de esas parejas que carecían de amor y solo eran unidas por un papel o por un interés material.

Entre más lo pensaba, más se entristecía. Capaz lo había idealizado tanto que había ignorado todos los tratos tóxicos que tenía su ex novio y lo había considerado normal en una relación. Era difícil tener un punto de comparación, Tobio había sido su primer y único novio.

Así que ahí estaba, sentado en la parte trasera del auto con su ingenuidad, llorando porque el supuesto amor de su vida, lo había traicionado. Jugó con él como si de una pieza de ajedrez se tratara y se aprovechó del inmenso amor que Tooru tenía por él.

Todavía no lograba comprender, si no lo amaba, porque era obvio que, después de engañarlo por Dios sabrá cuánto tiempo, no era honesto al responderle con un "te amo más". Entonces, ¿Por qué casarse con él? ¿Por qué el alboroto de hacer una ceremonia grande con miles de invitados, pastel de tres pisos y una banda para festejar, si es que no lo amaba?

Trataba de evitar los sollozos, limpió bruscamente las lágrimas de su rostro y sorbió su nariz. Trató de buscar algo con lo que distraerse, los tres iban en silencio y la radio del auto no captaba señal porque iban en medio de la nada. Tenían tres malditas horas de viaje y Oikawa no iba a soportar permanecer de ese modo tanto tiempo.

Usar su celular no era una opción, lo había apagado desde que habían llegado al salón. Sabía lo que se le iba a venir una vez completara su cometido juntos a sus amigos, no quería ver las llamadas de su madre, los mensajes de Tobio o siquiera las historias de sus amigos felicitándolos. Si es que no las habían borrado luego de lo que se había montado.

No había nada que felicitar. No había nada feliz en ese sombrío día. Irónico que por mucho tiempo, creyó que ese iba a ser el día más feliz de toda su vida.

—Odio el silencio— dijo Oikawa en un impulso de que se iniciara una conversación. Akaashi se giró a verlo, una sonrisa compasiva en su rostro, y Bokuto le dirigió unas miradas por el espejo retrovisor.

—Tampoco agarra Bluetooth, así que no podemos poner música. ¿De que quieres hablar?

—No lo sé. Acabo de hacer la locura más grande de toda mi vida, soy un maldito dolido más a la lista de gente engañada y proyecté en una pantalla grande como mi ex esposo se cogía a otra persona, que resultó ser uno de mis mejores amigos. ¿Quieres que hablemos de algunos de esos?

Keiji se carcajeó, siendo presente su hábito de taparse la boca con sus manos.

—La verdad que no se me apetece hablar de eso. No para que sigas llorando.

Su amigo tenia los ojos rojos e hinchados, la punta de su nariz estaba roja y los rastros de lágrimas secas por sus mejillas añadían un tono más triste a la imagen. Oikawa frunció su boca en una línea, incómodo de tener que verse así frente a sus amigos y, sobre todo, tener que hacerlos pasar por eso.

Abrió su boca, con la intención de disculparse, de pedirles perdón porque se vieron en medio de esto, porque ahora él estaba por arruinar el fin de semana de escapada que ellos habían planeado para ambos dos, porque tenían que llevarlo en un viaje de tres horas a un pueblo campestre y escuchar sus llantos y lamentos desde la parte de atrás. Pero Akaashi fue más rápido.

—¿Por qué mejor no descansas? Créeme que Yachi hizo un increíble trabajo tapando las ojeras de tus noches en vela.

No pudo contradecirlo. Su propuesta sonaba tan reconfortante que no podía rechazarla. Dormir sonaba bien, descansar sonaba bien, dejar de pensar por un rato sonaba bien.

Acomodó su bolso con ropa en una de los extremos de la parte trasera y luego se estiró en el resto del asiento, aunque con sus piernas largas tuvo que ovillarse un poco para entrar. Cerró sus ojos y, mientras Bokuto comenzaba una conversación sobre si Akaashi había notado errores en su último partido y su pareja hiriéndole sus sentimientos al decir que sí, sintió pesados sus párpados antes de sumirse en una inconsciencia deseada.


—¿Estás seguro de que lo mejor es dejarlo solo estos días?— a la media hora que el novio en fuga se durmió, Bokuto sintió que era momento de que Akaashi tranquilizara la ansiedad que sentía por la situación. Actuó bien al principio, pero sus manos no dejaban de temblar y él estaba super paranoico al respecto—. No pueden demandarnos por esto, ¿verdad?

—Amor, Oikawa no tiene 10 años, no estamos secuestrándolo y tampoco lo vamos a vender en una trata de personas. No estamos cometiendo ningún crimen, así que no irás a prisión.

—¿Uh? ¿Por qué yo iría solamente a prisión? ¿Tú donde estarás?

—Es obvio, fingiré que también me tomaste de rehén a mi y no me acusaran de nada— el pelinegro sonrió, encogiéndose de hombros mientras reclinaba un poco su asiento hacia atrás, procurando no invadir mucho el espacio de movimiento de Oikawa.

—¡Akaashi!

Begin Again || IwaOiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora