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Oikawa venía hacía unos días con un malestar. Pero no físico. Él sentía que algo no estaba bien y sabía que no estaba relacionado con el estrés de la preparación de su boda, menos con su prometido. Había estado muy relajado con los preparativos, un poco ansioso pero no al punto de enfermarse o tener picos de estrés.

Sus amigos también se comportaban como lo usual. Eran muy colaborativos y prestaban su ayuda para lo que fuera que necesitara, entonces, desconocía de donde provenía ese presentimiento negativo que lo estuvo persiguiendo por más de una semana ya. Lo había consultado con su mejor amigo por llamada, pero éste negaba cualquier indicio de que algo malo haya sucedido y que no haya llegado a sus oídos. Akaashi lo impulsó a que lo ignorara y continuara concentrado en lo que realmente debería preocuparle: su boda que estaba a tan solo dos días.

Decidió que lo mejor era hacerle caso. Tal vez solo estaba nervioso de más e imaginaba cosas que le podrían jugar en contra. Continuó con su serenidad, arreglando algunos detalles de último momento, sentado en la mesa de su sala. Había muchos papeles desparramados por toda la madera y él se dedicó a organizarlos para relajar sus ansias por algo que no sabía que era. La música sonaba de fondo y él la tarareaba.

Tobio, el amor de su vida y la persona con la que se iba a casar, todavía no llegaba al apartamento en el que vivían juntos hacía dos años. Pero eso lo tenía sin problema, porque el mismo chico se había encargado de mandarle un mensaje, comentándole que pasaría a visitar a su hermana antes de volver a su hogar. A Oikawa le agradaba Miwa Kageyama, era como la hermana que él nunca tuvo pero siempre quiso, ya que era hijo único. Miwa desde que lo conoció, lo trató muy bien e inmediatamente lo incluyó como parte de la familia, a los pocos meses de andar con su hermano. Eso le hizo sentir muy querido y la relación entre ellos dos se fue fortaleciendo con el tiempo, tanto que, Miwa y Tooru podrían salir de compras, a tomar un café o simplemente juntarse a charlar sin la necesidad de que Tobio las acompañara.

Su celular comenzó a sonar e interrumpió a la música que salía por los parlantes del aparato. Oikawa leyó quien lo estaba contactando a esas horas y frunció su ceño al ver el nombre de su amigo colorado en la pantalla. Checó la hora antes de contestar, 11:35 pm, no era tan tarde pero no esperaba para nada una llamada a esa hora, a menos que fuera de su prometido. Le tomó un par de segundos contestarle, pero finalmente lo hizo.

—¿Hola? ¿Shoyo?— preguntó, aunque tenía claro quien era. Se dejó recargar en el respaldo de la silla, cruzando sus brazos sobre su pecho. Intrigado de que necesitaba decirle su amigo para llamarlo a estas horas. Tal vez, solo quería charlar con él.

—Sí. ¿Oikawa? ¿Estás en tu casa?— preguntó. De inmediato, pudo sentir el tono nervioso y la manera en la que le hablaba. Eso hizo que de repente, todo el malestar que estuvo sintiendo en la semana, volviera a su cuerpo como un instantaneo balde de agua helada.

—Sí. Estoy aquí. ¿Qué necesitas?

Hubo un largo silencio. Oikawa estuvo expectante por lo que habrán sido dos eternos minutos hasta que Hinata se dignó a hablar.

—¿Puedes abrirme la puerta?



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Ambos muchachos estaban sentados en la mesa, enfrentados y en silencio. Oikawa le ofreció un vaso de agua a su amigo colorado, pero éste ni lo tocó, ni siquiera lo miró. Hinata estaba con la cabeza gacha, mirando sus manos entrelazadas sobre la madera. Tooru empezaba a sentir la necesidad de meter presión para que Shoyo hablara, ya llevaban unos cinco minutos callados, quiso darle su tiempo pero si seguía así, podrían estar toda la noche sin decir una mísera palabra.

—¿Qué pasa, Shoyo? Háblame.

Por su repentina voz, el contrario dió un pequeño salto por la sorpresa, suspiró y por fin lo miró. Sus ojos estaban rojos, dando la impresión de que había estado llorando antes de que le abrieran la puerta. O, incluso mucho tiempo antes. Tal vez días.

Begin Again || IwaOiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora