Kim Taehyung es un joven norcoreano que es vendido al sur para ser prostituido durante la guerra en 1950. Se convierte en una famosa cantante llamada "Esmeralda Kim". Una "Mujer" que usa sus encantos y cuerpo para llegar a la cima, y de esa forma po...
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—Esta es la razón de mi indiferencia con usted, Teniente. Usted siente atracción por mujeres, y yo practico la sodomía. Todos los hombres que se acuestan conmigo, lo hacen porque les gusta lo mismo que a mí.
Jungkook se quedó paralizado mientras escuchaba las palabras de Taehyung, y no supo como reaccionar ante la situación que se le estaba presentando. Simplemente no podía creer lo que estaba escuchando, ni lo que estaban viendo sus ojos.
—Usted no siente como yo. Nosotros dos sentimos diferente. Yo puedo estar con un hombre o con una mujer sin ningún problema, pero usted...—suspiró —¿puede acostarse o tener una relación con un hombre?
—¡No! —gritó frustrado. —¡No! ¡No! —repitió numerosas veces con los ojos cristalizados y llenos de decepción—.
—"No"...esa es su respuesta.
—Eres, eres una...un...—pasó la mano por su rostro. —¿Por qué me dejaste sentir esto si estabas mintiéndome con algo así? ¿Por qué? ¿POR QUÉ? —Gritó. —¿No te molestó la conciencia mientras te aprovechabas de mí? —se acercó y lo agarró de la bata con fuerza —.
—Lo siento, teniente...
—¿Fue divertido para ti jugar conmigo? Llevo una vida miserable e infeliz al lado de mi esposa, y lo único que quería de ti era comprensión y amor. Pensé que había encontrado un lugar seguro a tu lado, pero tú solo me usaste para aumentar tu ego. Cuando me sentí desesperado fuiste tú quién me dio la mano, pero lo hacías riéndote de mí —lloró —.
—Teniente, no fue así como pasaron las cosas.
—¡Cállate, maldita sea! ¡Cállate! Eres una persona cruel y sin sentimientos. Eres, tú eres...
Una lágrima se deslizó por la mejilla de Jungkook mientras este reclamaba decepcionado, y Taehyung simplemente la miró caer con una profunda pena.
—Eres tan cruel. ¿Por qué me hiciste esto? ¿Por qué tú? De todas las personas en este mundo las cuales podían lastimarme, ¿por qué tenías que ser tú? —lloró. —¿Por qué?
—Tú nunca entenderías mi situación...
—¡No! —negó. —Nunca voy a entender ni tus mentiras ni tus engaños —lo soltó bruscamente de un empujón. —¡Púdrete!
—Lo mejor será que no volvamos a vernos, Teniente. Usted nunca aceptará lo que soy —respiró agitado, —y jamás va a corresponder a lo que yo pueda sentir por usted. Su forma de pensar y amar, es diferente a la mía.
