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¿Acaso no puedo estar acá?, pregunta Eddie

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¿Acaso no puedo estar acá?, pregunta Eddie.

Claro que puedes. Es tu casa. Burro, se ríe. ¿Qué tal tu noche? Hoy en la mañana me encontré a Harriet. Creo que sólo tiene personalidad en la escuela. Apenas me habló cuando la vi salir, la chica intenta verlo, pero el sol se lo impide.

Eddie no sabe bien qué cosa decir, quisiera darle alguna explicación acerca de Harriet, que no se ha acostado con ella, pero cree que sería demasiado meloso de su parte, se reserva los comentarios, no quiere que Caroline se burle de él.

Date la vuelta. Voy a ponerme la parte de arriba, dice la chica, Eddie se ríe.

No tiene nada de malo. Ya nos dimos dos besos, responde sin más.

¿Es una broma?, arquea una ceja. Date la vuelta. Dos besos no significan nada. No por eso dejaré que me veas. Creo que cogerte a Harriet hará que te vuelvas un imbécil.

¿Son celos? Por eso me pides esto, Eddie se cruza brazos y ella sonríe, mueve su cabeza, como si Eddie hubiera dicho un disparate. Lo dices porque estás celosa.

Eres realmente un imbécil. ¿Crees que iba a acostarme contigo de todos modos? Somos hermanastros, la chica lo mira algo molesta.

Estás cabreada por lo de Harriet. Lo sé.

Tonto. No me cansaré de decir que eres un completo idiota. Ahora date la vuelta, Eddie hace caso a las palabras de la chica, se voltea y ella puede abrochar la parte de arriba, una vez lo hace, se pone de pie y camina hasta llegar donde él. ¿Así que hoy vienen a tomar el té?, pregunta divertida.

Sí. Hemos quedado de volver a reunirnos ¿tienes un problema con eso?, pregunta.

Para nada. Gracias por decirme. Así me desaparezco, la chica pasa por su lado y entra a la casa, él ve su silueta que atraviesa el ventanal.

Eddie camina hasta jalar de su brazo, ella se voltea, pone sus ojos en blanco, como si tener que aceptar el roce de su piel fuera la peor tortura.

¿Qué pasa contigo? Andas insoportable. ¿Hice algo mal?

¿Acaso soy tu payaso personal?, responde la chica.

Sólo admite que te jode Harriet.

Bueno sí. Me cae de la mierda. Pienso que es una estúpida. Tenerla en casa no es grato. Pero entiendo que sea de tu círculo y sea a quien te estás cogiendo, Eddie se ríe.

Admite que son celos.

No lo son. Sabes que las cosas con ella son complicadas. La odiaría incluso si no te la follaras, Caroline se zafa de su agarre y camina hasta su cuarto.

Eddie está con sus amigos en el patio, más que un patio es como un terreno inmenso cubierto de pasto, hay una fuente con agua en el centro, los arbustos están perfectamente podados, entre los árboles cuelgan guirnaldas de colores, además de luces que se ven opacadas por la luz del sol. Connor y Blake se ríen, era una reunión para tomar el té, pero han decidido beber cervezas. Harriet está en las piernas de Eddie, cada cuanto le da un beso en los labios y Eddie los acepta sin más. Para Caroline queda la parte más complicada, quiere salir de casa, prefiere pasar el resto de día en la playa, así que sale por el ventanal hasta el patio, luce un vestido blanco por sobre las rodillas, botas de goma y un cárdigan, el mismo de la noche anterior. Los amigos de Eddie la quedan mirando entre risas, Eddie cree que Caroline es linda y ella no sabe cuán linda es. Sonríe cuando la ve, pero cambia su sonrisa cuando Harriet se voltea a verlo, y le da un beso justo frente a los ojos de Caroline.

Voy a la playa, le dice a Eddie. No sé a qué hora regrese.

Vale. ¿Tienes dinero?, le pregunta, finge que le importa un bledo lo que haga.

Las conchitas de mar no se compran, dice ella y Eddie se ve tentado a la risa, Caroline lo sabe.

Vale, responde Eddie, la chica se va y sus amigos esperan a que ella desaparezca de ahí para largarse a hablar de ella. Harriet hace una mueca de asco.

Dios. Qué pedazo de mierda es Caroline ¿Cómo le haces para soportarla en casa?, Harriet hace la pregunta para Eddie y él se pone nervioso, no quisiera que ellos se enteraran de lo que a veces hacen. Tensa la mandíbula, le sonríe a la chica y bebe de su botella.

Harriet. Apenas nos topamos. La casa es grande, responde con calma.

Caroline guarda sus audífonos en su bolsa, lo deja en la arena y se sienta sobre una roca, entre sus cosas intrusea hasta encontrar una bolsa plástica, camina hasta la orilla y guarda conchas y piedras que le parecen lindas o extrañas, se atreve a adentrarse a la espuma, las botas de goma protegen sus pies, el día no está especialmente caluroso, hay un aire frío, algo salado, sus labios parecen arder por el viento, al menos ha tenido la precaución de echar un bálsamo labial. Ella ama estar sola, cree que no necesita la presencia de alguien para sentirse feliz, puede inventarse miles de historias, puede reírse y puede sentirse linda sin la necesidad de tener a alguien que se lo diga las 24 horas del día.

El sol se esconde, se pregunta si es que esos imbéciles siguen en casa, no quiere llegar y que ellos estén ahí, con sus miradas puestas en ella, así que permanece en la orilla, con algo de frío, pero escuchando el ruido de las olas, se recuesta en la arena, puede ver la luna, sólo espera regresar pronto a su habitación, y cree que quizá es hora de volver, pero ve a Eddie sentarse a su lado, ella se acomoda, también lo hace con su vestido que estaba casi en su cintura.

¿Qué haces acá?, pregunta la chica, se afirma con sus codos en la arena.

Eddie no le responde, simplemente se acomoda encima de Caroline, entre sus piernas, las palmas de sus manos se apoyan en la arena, mira sus labios por unos segundos y le roba un en la boca, una vez más, Caroline acepta sus labios, lo hace con deseo, como si los hubiera estado extrañando.

¿Por qué huyes de mí?, pregunta el chico, en medio del beso.

No huyo de ti. No los soporto. Es sólo eso, dice la chica.

Volvamos a casa, Eddie habla en su oído, besa el cuello de la chica, pasa sus manos por sus muslos. Perdón por descuidarte esta tarde.

Es gracioso que no me quites la mirada de encima. Incluso si Harriet está en tus piernas, dice Caroline, con sus manos en el cuello de la playera de Eddie. Me miras en todo momento, ellos podrían descubrirlo.

En serio quería que se fueran. Quería que volvieras a casa. Quería ir a tu cuarto, Eddie comienza a jugar con el borde de las bragas de Caroline, desabrocha los botones del vestido de la chica y pasa su lengua en el espacio que separa sus dos pechos. Ya mañana regresan nuestros padres y no podré robarte un mísero beso.

 Ya mañana regresan nuestros padres y no podré robarte un mísero beso

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