I: Sentimientos extraños

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Era una noche con mucha tormenta, todo el santuario estaba cubierto por una gran llovizna que resonaban junto con los truenos, como si quisiera expresar una profunda tristeza por lo que estaba aconteciendo.

En el templo de Tauro, dicho guardián junto con los caballeros de Virgo y Aries estaban compartiendo un té, parecía una reunión agradable, pero el asunto era otro y la tensión se sentía en el aire.

—Aldebarán... Lo siento mucho, no quería que las cosas  acabarán de esta manera, menos lastimarte...— Comentó con voz temblorosa el caballero de Aries, manteniendo la cabeza agachada.

—Se que esto debe ser sorpresivo para ti, pero ocultarlo más tiempo solo hubiera dañado más a Mü y también a ti, espero lo comprendas.— Intervino el Virgo, sosteniendo con delicadeza la mano de Mü, tratando de darle las fuerzas que necesitaba para afrontar la situación en la que se habían metido.

—Que esperas que comprenda exactamente Shaka? Que Mü me fue infiel contigo y ahora solo esperan que les perdone para que puedan amarse con tranquilidad!? Es cierto, ambos son tal para cual, sienten remordimiento y sino obtienen una disculpa sus mentes no los dejarán tranquilos.— Puede que hasta el momento Aldebarán haya mantenido la cordura, pero por como se disculpaban ambos caballeros hizo que se alterara, no tenía porque soportar tal humillación, así que levanto la voz a lo que solo se ganó que Mü se abrazara de Shaka y este solo mantuviera una tranquilidad ante el taurino alterado.

—Entiendo tu molestia, pero estamos haciendo lo correcto, es mejor que te enteres por nosotros de lo ocurrido, a que alguien más te lastimé... No esperamos que nos disculpes ahora, pero se que en tu corazón obtendrá un perdón aun si solo sea para Mü, yo puedo vivir con este remordimiento, así que no te preocupes.— Shaka le mostró una tenue sonrisa, lo que solo hirvio la sangre del caballero de Tauro, no podía ver tal descaro como el que presenciaba ahora.

La molestia tomo control de su razón y rápidamente jalo al hindú del cuello de su camisa para lanzarle un golpe, pero fue la voz de que querido amor lo que evito que hiciera alguna justicia con su propia mano.

—No! Alde, porfavor... Shaka no tiene la culpa de esto, yo fui quien te engaño, porfavor no lo lastimes, si quieres golpear a alguien que sea a mi...— Por primera vez Mü lo miro con molestia y eso termino por romper el corazón del caballero de Tauro, soltó ese agarre y volvió a sentarse.

—Fuera de mi templo, de ahora en adelante ninguno de ustedes dos son bienvenidos aquí...— Dijo con seriedad, Mü aun pensaba que podía arreglar la situación, pero su pareja actual lo tomo del brazo y negó lentamente con la cabeza.

—Lo siento...— Susurro Mü, y se alejo con el caballero para dirigirse nuevamente a su templo. No quería que las cosas acabarán así, pero ya no podía hacer más y solo se alejo de ambos.

Por su parte, Aldebarán luego de que vio que noto que ambos ya no estaban cerca arrojo todos los utensilios de la mesa, rompiendo un hermoso juego de porcelana que una vez le regaló el menor. No suficiente con eso volteo la mesa, y estaba por romper hasta las sillas, hasta que una sutil voz lo interrumpió.

—Vaya, hasta alguien tan amable como tú, puede perder los estribos.— Una dulce risa sonó luego de esa burla, a lo que Aldebarán se sonrojo por su comportamiento. Ese no era el, pero dejo que la molestia tomara control sobre su persona, así que se sintió apenado de que alguien más lo viera así.

—Camus... Tu más que nadie debe saber que es de mala educación espiar a las personas.— Trato de sonar serio, pero la pena aún lo invadía, a lo que Camus se acercó a él.

—Lo siento, solo pasaba por tu templo y escuché todo el estruendo... Pero adelante haz cómo si no estuviera y sigue con lo tuyo.— Mencionó el galo dándole una taza que había agarrado de la despensa, esperando que el mayor lo lanzará.

—Si lo lanzará sería algo estúpido.—

—Exacto, y aunque rompas o así destruyas todo tu templo no solucionará nada.— La única silla que había quedado en pie, la utilizo Camus para sentarse y cuando Aldebarán lo vio, y recién pudo darse cuanta del estado en el que estaba, incluso al verlo olvidó todo el mal momento que había pasado.

El francés estaba mojado de pies a cabeza y tenía algunos rasmillones en toda su piel como si hubiera tenido alguna pelea, el mayor se preocupo por el y rápidamente fue hasta su habitación y tomo una toalla y la puso sobre la cabeza de su compañero para empezar a secarlo.

—A quien se le ocurre salir en esta tormenta, en que estabas pensando.— Dijo el mayor sin dejar de secar el largo cabello del galo o secar con delicadeza el rostro ajeno.

Ante esa tierna acción, Camus solo se mantuvo neutral, ya que no se lo esperaba pero no sé podía ponerse nervioso.

—Sabes que entrene en los lugares más fríos del planeta, una simple lluvia no me hace nada Aldebarán. Tu preocupación es en vana.— Dijo con amabilidad en lo que se levantaba de su asiento.— Si quieres ayudarme puedes prestarme tu ducha? Y algo de ropa porfavor.

El mayor solo asintió y le guío al galo hasta el baño para que pudiera asearse. Mientras pasaba eso, busco algo de su ropa, algo que el menor pudiera usar, lo más pequeño posible, pues la contextura de su compañero era delgada y algo pequeña, casi como el de su ex pareja.

Entro al baño y como el menor seguía en la ducha dejo le dejo la ropa limpia. Y lo espero en la habitación, hasta ahora recién noto que era algo extraño. Casi nunca había compartido muchas palabras con el galo y está ocasión era la primera vez que hablaban con confianza. Incluso su sola presencia le hizo olvidar el mal momento que había pasado.

Sentía una sensación melancolíca y algo extraña en el ambiente, e incluso se sintió confundido. Aunque aquello no lo sobrepenso, pues vio salir al galo del baño solo puesto con su camisa. No pudo evitar sonrojarse al ver las piernas del menor, tan definidas y blancas. Se hecho en su cama y cubrió su rostro con su brazo.

—Camus te di ropa completa, dónde están los pantalones?— 

—Lamento decirte que tú ropa es un poco grande para mí y aunque me pusiera los pantalones se me hubieran caído, además creo que tu camisa me cubre bien.— Comentó en lo que se secaba el cabello con una toalla y luego se sentaba en el escritorio del mayor y empezó a observar lo que tenía frente, hasta esas alturas Aldebaran sintió que Camus estaba abusando de su amabilidad al tener tanta confianza como si fueran cercanos, así que lo tomo de los hombros y lo giro hacia el.

—No quiero ser descortés, pero es momento de que te vayas, tu y yo no somos cercanos y tú te estás pasando de mi confianza.— Dijo amablemente el caballero, a lo Camus le sonrió.

—Tienes razón, nadie debe abusar de tu amabilidad, nisiquiera Mü.— Las palabras del galo lo dejaron perplejo, ahora no sabía si sentirse motivado o más furioso por saber que su compañero había escuchado esa pequeña discusión.—Eres demasiado amable, lo cual no significaba que sea malo, pero eso te hace vulnerable a qué personas abusen de ella, porque tú no puedes decir un simple no.

El francés se alejo del mayor y se sentó en la cama de este cruzando sus piernas y viendolo con una sonrisa triunfante ya que había dejado sin palabras al taurino.

—Y no crees que tú eres parte de esas personas? Estás en mi templo, en mi habitación usandola a tu gusto!—

—Buen punto, es hora de irme, gracias por tu amabilidad Alde.— El joven galo se dirigió a la salida, descalzo y solo puesto con su camisa, pero tan solo dar un paso fuera de la puerta hizo que Aldebarán se arrepintiera, pues el sonido de un trueno lo hizo estremecerse, y trajo a Camus devuelta y lo sento en su cama.

—Una noche, te puedes quedar una noche.—

—Gracias.... Alde.— Como no tenía nada que ofrecerle al caballero, le dió un beso en la mejilla como agradecimiento. Rápidamente se alejo del menor y corrió a la salida de su propia habitación, al estar afuera se dió cuenta de lo hizo.

—Rayos! Yo soy el que debería dormir en mi habitación y no Camus... Aunque yo mismo le dije que se podía quedar.— Los nervios le ganaron el mayor y se recostó en el sillón, dónde terminó por pasar la noche. Una mala noche por no dormir cómodo y tener mucho insomnio por todos los problemas que habían pasado y aún seguía ese sentimiento melancólico, y no sabía si era causa del problema o por culpa del mismo caballero de Acuario.

Sin duda todo le parecía extraño...

Continuara...

Corazón en duda [AldebaranxCamus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora