II: Sentimientos amables

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A la mañana siguiente Aldebarán se levantó con un horrible dolor de cuello y para empezar mal su dia, se cayó a un lado del sofá, lo que terminó por despertarlo.

—Camus tiene razón... No sirve ser amable.— Se levantó algo adolorido y fue a su habitación, para decirle al galo que era hora de desayunar y que principalmente se fuera. Aunque grande fue su sorpresa al ver su habitación en orden y sin ninguna señal alguna del galo.— Bueno al menos dejo todo en orden.

No quiso dar vueltas al asunto y se dedicó a realizar sus labores diarias, primero ir a desayunar hacia el templo principal, dónde sus compañeros compartían una comida y de paso convivían. Así que luego de asearse subió hacia el templo principal, pero en Virgo se encontro a las personas que ya no deseaba ver.

—Alde, que bueno verte, por favor aún no terminamos de hablar.— Dijo Mü tratando de acercarse a Aldebarán, pero este hizo una señal de alto para impedir ese avance. A lo que Mü hizo caso.

—Anoche dejaron las cosas en claro, creo que no hay nada que aclarar.—

—Lo sabemos, pero prometes no acusarnos de adulterio.—Pregunto con voz temblorosa el menor, a lo que Aldebarán si se detuvo a escuchar, en toda la noche no se le había pasado por la cabeza ese tema, y si se lo decía a la señorita Athena era claro que los caballeros serían castigados por haber roto una ley moral en el santuario y además que serían mal vistos ante todos los demás, era una venganza adecuada, pero no sabía si valía la pena.

—Hablamos contigo para evitar que hables sobre nuestra relación, Mü declarara que ustedes terminaron y ya cuando acabe la conmoción, podremos seguir nuestras vidas como teníamos planeado.— Dijo el rubio, acercándose al caballero de Tauro y ponerle una mano en su hombro.

—No puedo creerlo, ustedes no tienen ni un poco de vergüenza... Mü, si tanto amabas a Shaka, porque estuviste conmigo? Te hubieras ahorrado todo estos problemas, porque no pienso callarme, ambos cometieron un error y deben pagar las consecuencias de sus actos.— Se soltó del agarre del caballero de Virgo y se dirigió a la salida, dejando un poco preocupado a ambos caballeros, tanto que Shaka lo alcanzó a la salida.

—Aldebarán! Por favor, no lo hagas... Se que en el fondo amas a Mü, así que te pido que no lo hagas... Al menos reconsidera tu decisión por ese amor.—

El caballero de Tauro empezó a odiarlos a niveles que no creía posible sentir, eran tan perfectamente buenos que disfrazaban todo el mal que le hacían con lindas y tranquilas palabras, nisiquiera podía golpearlos. Y eso era lo que más deseaba.

—Lo pensaré...— Susurro siguiendo su camino, dejando un poco más tranquilo a Shaka, pues era un caballero intachable y si alguien se enteraba de la relación prohibida en la que estaba, su nombre e incluso honor quedaría manchado.

Aldebarán estaba por llegar y en el camino encontró a algunos de sus compañeros, especialmente notaba que Milo llevaba un ramo de flores blancas, imagino que era un regalo para Athena. Estaba pasando por Acuario, hasta que vio al guardián fuera del templo, sentado sobre las escaleras, está vez estaba mejor que anoche, solo que las heridas en su cuerpo seguían frescas, porque nisiquiera una costra había cubierto las heridas que tenía, pero no le dió importancia al ver que solo eran superficiales y nada grave al parecer.

—Pequeño confianzudo, no irás a desayunar?—

El caballero le sonrió e hizo una señal para que se sentará a su lado. Aún era temprano, así que lo hizo.

—Yo no puedo ir... No fui invitado, pero me da igual, no quisieras desayunar conmigo?— Preguntó con amabilidad, tomando la mano del mayor, esperando su respuesta.

El mayor aparto su mano y suspiro por la confusión que le causaba el galo. Era imposible que no fuera invitado siendo parte de la orden dorada, o talvez solo era una mentira para que no fuera.

—Bueno hoy no tengo el humor para ver nuevamente a Shaka y Mü, así que no me queda opción que aceptar tu invitación... Que preparaste de desayunar?— El mayor trato de animarse, y hacerle compañía al galo, ya que por lo vista hasta Milo lo había dejado solo, Camus solo sonrió y entro al interior de su templo y fue hasta la cocina, buscando algo para comer, pero simplemente no había nada.

—Supongo que se me olvidó ir a comprar algunas cosas...— Hasta el francés se quedó sorprendido de no ver nada, cosa que contagio a Aldebarán, quien recién entraba al templo.

—Bueno, tocará que yo te invite a desayunar... Que se te antojaria comer?—

—No quiero abusar de tu amabilidad, así que aceptaré lo que me brindes.— Comento el francés, a lo que Aldebarán rio, se dió cuánta que su compañero se había tomado muy encerio enseñarle un significado sobre amabilidad. Así que ambos salieron del templo, y fueron hacia Tauro, para esa hora todos los demás ya estaban en el templo principal, así que el retorno  a su templo fue tranquilo, al menos para el mayor.

Al llegar Aldebarán se puso manos a la obra y fue a preparar un buen desayuno para darle a su invitado. Y Camus solo se quedó sentado, observando con detenimiento cada acción del mayor, poniendo un poco nervioso a Aldebaran.

—Camus, no me molestaría que esperarás en el comedor, yo ya traigo el desayuno.— Dijo forzando su sonrisa, ya que no quería ser grosero con el menor.

—Lo siento, pero ir al comedor a esperar sería aburrido, al menos puedo entretenerme al verte quemar el tocino.— Dijo mirando como del sartén salía algo de humo, lo que alertó Aldebarán, para apagarlo inmediatamente. Sin duda, Camus sabía cómo entretenerle, aunque sea solo para molestarlo.

—Bueno entonces prepara la ensalada, verte ahí sentado como una estatua me pone nervioso.— El mayor le puso algunos objetos para que su compañero preparara lo que mencionó y así lo hizo. Con ayuda del francés el desayuno estuvo listo en minutos y ambos pasaron a sentarse al comedor y degustaron el desayuno recién hecho.

El desayuno transcurrió en silencio, lo cual no se desagrado al mayor, ya que sabía que Camus no hablaba cuando comía y era un comportamiento agradable porque así disfrutaba de mejor manera la comida.

Al terminar fue que recién Camus le agradeció y recogió los trastes sucios para lavarlos.

—Camus no es necesario que lo hagas, eres mi invitado porfavor descansa.— Dijo con amabilidad el mayor, pero obtuvo una negativa por parte del galo.

—Lo mínimo que pudo hacer, luego de que fueras tan amable conmigo es ayudarte, así que no te preocupes.—

Sin esperar la respuesta ajena, fue a limpiar todo lo que habían usado y ordenar la cocina, lo cual le demoró a tal punto que el mismo Aldebarán se puso a hacer otras cosas. Al terminar, el menor se sentó en la sala donde estaba el mayor, simplemente viendo una foto en silencio.

El menor se acercó a ver de qué se trataba y en aquella foto pudo observar a Aldebarán y Mü, y luego de saber lo ocurrido lo miro con cierta lastima y aunque no era bueno expresando sus sentimientos con palabras y acciones lo abrazo, a lo que está vez Alde no se negó a esa muestra de afecto.

—Lo que Shaka y Mü te hicieron, fue horrible... Deberías reconsiderar tus sentimientos que tienes sobre Mü y pensar con la cabeza fría sobre lo que quieres hacer al respecto, no dejes que tus sentimientos dominen tus pensamientos.— 

—Ah Camus, tú eres el príncipe de los hielos, porfavor congela mi corazón para ver si al menos con eso, dejo de amar a Mü... Porque tienes razón, el amor que siento por Mü está evitando que realmente saque toda la ira que siento por ellos... Nisiquiera merecen que los perdone.— Fue inevitable no contarle como se sentía realmente al menor, pero este ya sabía por lo que pasaba, así que ocultar esa tristeza y molestia solo sería en vano.
Pero en vez de obtener algún consuelo o palabras de motivación sintió como Camus congelaba una de sus manos, lo que causó cierto dolor.—Camus!

—Dijiste que querías el corazón congelado, imagina lo mucho que te dolerá si lo hago, así que hice la prueba con tu mano.— Mencionó de manera inocente, a lo que Aldebarán lo miro estupefacto, ahora sabía que debía hablar con el francés de manera directa y nada en sentido figurado, porque se lo tomaba encerio.

Aunque ese golpe de frío le ayudo a entender que el no tenía porque sufrir con lo que pasaba, eran otros los que debían pagar por su dolor.

Continuara...

Corazón en duda [AldebaranxCamus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora