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Renjun sintió la calidez filtrarse dentro de él. Su cuerpo había estado tan frio que sus dientes habían estado castañeando y su cuerpo había estado temblando. Lentamente se fue calmando, sus músculos se relajaron con el calor del cuerpo de Jaemin. Se acurrucó en el calor, hambriento por el oso, mientras trataba de entrar en calor.

—¿Mejor? —Jaemin preguntó mientras su mano frotaba de arriba a abajo el brazo de Renjun, alejando el frío. Renjun no se creía capaz de hablar en este momento, por lo que asintió. Todavía estaba tratando de averiguar qué diablos pasaba con él. Nada tenía sentido, sólo estaba más confundido.

—¿Puedes responder una pregunta? —La voz de Jaemin estaba tranquila, con un suave tono, movió a Renjun un poco para que pudiera ver mejor al oso.

—Sí —respondió mientras se enterraba en el pecho de Jaemin. Estaba tan caliente allí. Renjun todavía sentía frío.

—¿Por qué lo dejaste entrar?

Era una pregunta no una acusación. Preguntaba con curiosidad. Renjun estaba todavía tratando de averiguar qué infiernos acaba de suceder en su apartamento. —Dijo que su hija estaba en el coche ahogándose y que tenía que usar mi teléfono.

—¿Así que lo invitaste a pasar? —Jaemin preguntó acomodando las mantas sobre los hombros de Renjun.

—Sí —respondió Renjun. Normalmente no dejaba entrar a extraños, pero el hombre se veía tan condenadamente desesperado. Renjun no podía entender por qué había sido blanco de ataques. Sabía que debería haberse pegado a su regla de no permitir extraños en su casa. No sólo había puesto en peligro su vida, sino también la de Shotaro.

—Hay que hacer las maletas, Renjun —dijo Jaemin mientras acercaba más a Renjun en sus cálidos brazos—. Él era un vampiro. Ahora que lo invitaste a tu casa, puede entrar cuando lo desee.

Renjun no estaba seguro de haber escuchado con claridad a Jaemin. A lo mejor todavía estaba en shock por lo que había sucedido. Después de todo, perdió un infierno de mucha sangre. —Lo siento, pero creo que acabas de decir vampiro.

—Lo dije.

No, no lo dijo. No había ninguna posibilidad de que Jaemin acabara de decir vampiro. Ellos no existen. Ellos no podían existir. Renjun ya estaba teniendo dificultades para aceptar el hecho de que el hombre que estaba sentado debajo de él, sosteniéndolo cerca, cambiaba a un oso. No, no, no. Los vampiros no existen. No, no podían existir.

«Ah infierno». Renjun estaba muy seguro de que se iba a desmayar ante ese conocimiento. Su lógica libraba una guerra con su cordura. Su salud mental estaba perdiendo. —Dilo una vez más. Mi cordura necesita escuchar las palabras una vez más, entonces sabré porqué la perderé.

—Ah, dulzura —dijo Jaemin, mientras abrazaba más fuerte a Renjun—. Si me sintiera bien mintiéndote, lo haría. Me gustaría conservar tu cordura. Pero la verdad es que los vampiros existen. Mira, no voy a mentirte. Eres mi pareja. Nunca te mentiría.

—Dios, por favor, miénteme —dijo Renjun enterrando su rostro en el pecho de Jaemin—. Te voy a perdonar esta mentira.

—Los vampiros no existen. 

Niño, deseaba poder creer la mentira. Sería tan fácil. Pero, él ya sabía la verdad, y Renjun no estaba seguro de mantener la cordura si se enteraba de que alguna otra criatura existía. Tenía miedo de preguntarle a Jaemin si había más sorpresas. Había tenido suficientes sobresaltos por una maldita noche.

—No me gusta verme forzado a dejar mi departamento ―confesó.

—Lo sé, Renjun. Pero ya no es seguro que estés aquí.

El Renjun de Jaemin -JaeJun/RenMin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora