Capítulo 10, No le digan.

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    —¿A qué ha venido eso? —Pensó en voz alta.

    Alanna estaba quieta, prácticamente petrificada. No era como los absurdos halagos y coqueteos de Zahir, quién luego era agresivo (como si tuviera que mostrar todo el tiempo que sus juegos eran solo eso, juegos). Esto había sido un beso.

    Un beso.

    El beso de un monstruo.

    Y qué beso.

    Alanna agitó la cabeza desde su lugar en la cama para poder acomodarse las ideas. No estaba especialmente enojada o avergonzada (quizás más bien se sintió sorprendida); incluso podía decir que estaba desorientada, como si la medicina estuviera jugando malas pasadas con su mente. Pero el sentimiento cálido y sabor a menta eran reales. Fue un beso.

    Y qué beso.

    No dejaba de pensarlo. Volvió a tratar de acomodar sus pensamientos y se centró en las cosas de la habitación. Alanna desconocía lo que eran las marcas de monstruos, y, por supuesto, no había espejo en la habitación (ni motivo) para ver aquel símbolo de pólvora de un brillante color esmeralda que se había dibujado sobre la piel de su cuello, en una zona tras su cabeza algo difícil de ver por las cataratas de petróleo que eran sus hebras finas.

    Entonces escuchó pasos acercarse. Se preguntó si sería Niel volviendo de su fugaz huida luego de plantar una situación tan extraña, o si eran Ritha o Zahir, para echarle agua a la semilla de la tensión. Al abrirse la puerta solo pudo ver a una Ritha muy estresada (y agitada como si se hubiera peleado a gritos con alguien), entrando a trompicones. Se puso frente a frente con Alanna, la tomó por los hombros y, muy seria, habló.

    —Tienes que irte. —Fue todo lo que dijo.


***

    —Entonces, vamos a buscar a este mago para que ayude a Zahir con su ojo perdido, Niel viene para guiarnos y tú debes quedarte porque no puedes dejarle a nadie tu casa, ¿entendí bien?

    —Sí.

    —¿Y tendré que viajar completamente sola con él —Alanna señaló a Niel, muy tranquilo y risueño, haciendo estallidos de flores inocentes entre sus dedos polvorientos. —...y él?

    Luego señaló a un Zahir que cargaba al costado dos espadas en fundas que no les correspondían; reconoció las empuñaduras del arma que le quitó el ojo, y aquella que fue inútil entre sus delicadas manos humanas. Las llevaba desfilando con recelo, como el recuerdo constante (junto al vendaje) de lo ocurrido esa noche. Ritha se mordió los labios morados y suspiró apenada.

    —Los alcanzaré en cuanto termine algunas cosas aquí, no puedo solo irme. La casa está lejos del pueblo y podrían llevarse de todo si alguien la encuentra, más si son... —Hizo una pequeña pausa, tanteando la mirada tranquila de la azabache. —pues, ya sabes, otros humanos.

    —Sí, lo entiendo. —No se sentía ofendida en lo absoluto. Comenzaba a ser incapaz de discernir entre humanos y monstruos, al menos moralmente.

    Sí bien no le gustaba demasiado la repentina idea de viajar a solas con dos monstruos (uno de ellos que la odiaba y resentía, y el otro que le robó un beso a las horas de conocerse), no podía elegir nada más. Era su responsabilidad tras lo ocurrido, y Ritha dijo que, sin Zahir, no podía asegurar su bienestar en el pueblo Enderman.

    Por supuesto, todo era una excusa para que ella fuera con el brujo; el trio de monstruos decidió, a regañadientes del muy honesto Creeper, no revelar a Alanna la marca que Niel había puesto en su cuerpo.

Más allá de lo que ves... | Minecraft Mobs x Fem!Reader.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora