Capítulo 2

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No sé qué hubiese hecho otra persona en mi lugar, pero era mi decisión, y por más mala que hubiese parecido, no la iba a cambiar.

Ya había decidido olvidar todo, empezar otra vez, ya que a fin de cuenta, era la vida de él o la mía.

Un sin fin de luces provenientes de los rayos alumbraron las estrechas calles en las que me encontraba.

En verdad solo era un atajo por el que se llegaba más rápido a mi casa, así que lo normal era que no estubiera frecuentado por personas, además, estaba acostumbrado a cruzar por esa ruta en la tarde. Pero en ese entonces era diferente, todo era oscuro y críptico, todos los caminos me parecían ininteligibles y difíciles de recorrer, lo único que aclaraba la trayectoria eran los destellos de los relámpagos y las luces de las lejanas farolas por las que me guiaba. Luego cesó la lluvia.

Eran alrededor de las 7:00 PM, sentía que en cualquier momento iba a caer desplomado al suelo, ya no podía volver atrás, me hubiera resultado imposible haber podido reconocer nuevamente el camino por el cual había venido.

Todo a mi alrededor era lóbrego y desolado, pero ya podía ver con mayor volumen el brillo de las farolas, lo que significaba que estaba cerca del camino a casa.

Después de haber caminado unos cuantos pasos más, lo celebré:

—¡Por fin!... Ya me estaba hartando de ese lugar tan fúnebre.

Me encontraba en la carretera de West Adams, donde a mi alrededor transitaban miles de personas, y las luces, al contrario de donde me hallaba, abundaban por todos lados.

Caminaba todo mojado mientras pensaba en la excusa que iba a darles a mis padres de por qué llegaba a esas horas a casa.

<<Que extraño que mi madre no ha llenado mi teléfono de llamadas perdidas>> Pensé mientras lo sacaba del empapado trapo de mochila, el cual lo regresé al mismo lugar después de ver que nadie había llamado.

Desde pequeño me habían exigido siempre decir la verdad, pero en ese caso no podía hacerlo por más que hubiese querido, no podía contarle a mis padres que había asesinado a alguien. Aunque viéndolo de cierta forma, solo era un bandido que tarde o temprano iba a recibir su merecido.

Todavía escuchaba varias veces aquella palabra en mi mente... <<¡Asesino!>> pero no podía tomarlo tan personal, ya que desde un principio yo fui el agredido y sucedió en defensa propia e involuntariamente, además, si su caso hubiese sido el mío, a ellos no les hubiese importado una mierda lo que me hubiera ocurrido.

Dejando en fuera todo eso, ya me encontraba frente a mi casa y tenía la excusa perfecta para darles a mis padres, aunque no estaba seguro de que importara, ya que al parecer no había nadie, se mantenía todo obscuro y dudaba que estuviese alguno de ellos... mejor, así no tenía que dar explicaciones.

—Desde esta mañana todos estaban muy ocupados para atenderme, así que como dije, nadie se acordó del día de hoy, enserio, ya es demasiado —suspiré parado frente a la puerta sacando las llaves del bolsillo de mi pantalón luego de palpar para verificar que todavía las tenía—. Menudo día he tenido —abrí la puerta y todo era oscuridad, todo se encontraba en absoluto silencio, miré hacia el abismo y entré tranquilamente frunciendo el entrecejo—. No tuve tan siquiera un... —al instante se cerró la puerta fuertemente, quedándose todo en infinita oscuridad luego de haber dejado la mochila y el paraguas en el asiento que apenas se percibía.

En algún segundo pude haber pensado en que quizás me tenían preparada una fiesta sorpresa, pero esto no tenía pinta de serlo.

Una brisa glacial atravesó mi pecho y enseguida me crucé de brazos frotando mis manos contra los mismos para contraer un poco de calor.

En la Medianoche [Pequeños Asesinatos Y Escalofriantes Misterios] [+21] ©PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora