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Usa se levantó de la cama.

Estiró su cuerpo sintiendo que sus huesos volvían a su lugar, había pasado una mala noche.

Miró a su lado a Perú, quien dormía de manera tranquila, eso lo hacía sentir bien.

La pancita de Perú había crecido mucho estos meses, y era claro que crecería un poco más, ya se encontraba casi en su quinto mes de embarazo.

Dormir con él le provocaba preocupación, sentía que en un mal movimiento podría causarle algún daño, así que su cuerpo entre sueño se alejaba por instinto.

Es por esa razón que tal vez siempre despertaba al borde de la cama.

— mgh...

— shh...

— Usa...— sobó sus ojos mientras se levantaba con cuidado.

Perú había despertado, y comenzaba su rutina diaria.

— buenos días, ya me tengo que ir al trabajo.

— sí... — asintió sentándose sobre la cama.

— volveré pronto. — se sentó a su lado tomando su mano.

— está bien. — lo miró sonriendo un poco, estaba avergonzado por el repentino toque.

Usa suspiró casi embobado.

— me tengo que ir, si sigo viéndote me quedare todo el día. — sé sinceró separándose.

Perú rió por inercia.

— que lindo. — sonrió al verlo. — ya iré, solo quería eso para tener energía.

—...

Perú se ruborizó.

Y la puerta se cerró.

Su rostro que se encontraba dulce, decayó.

¿Cómo podría decirle Perú que realmente no quería que se fuera?

Era el trabajo de Usa.

Se miró así mismo una vez más.
En cuanto Usa se soltó y salió, Perú sintió frío en sus manos.

Era cierto.

La calidez se había ido por la puerta.

Se sentía el frío.

Se sentía triste.

Se sentía solo.

Nuevamente.

—.

Al final I UsperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora