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Las últimas semanas pasaron rápido.

Usa observaba a sus hijos a través del vidrio. Ellos finalmente habían nacido y no pudo ser más que feliz, Perú lo había hecho así.

No podía imaginar perderse esta experiencia e iba a ser así, de no ser por la fuerza del peruano.
Aunque claro, Usa habría escogido que su omega no sufriera el pre-parto, pero conocía sobre el carácter de Perú, no iría o dejaría que alguien más lo llevará.

Por eso mismo en cuanto notó su celular lleno de mensajes y llamadas, diez minutos después llegó corriendo a casa.
Así fue como finalmente llegaron al presente, Perú dormía y Usa observaba a sus hijos.

— se parecen mucho a ti.

— mamá. — volteó a verla con una sonrisa. — finalmente soy padre.

Su madre lloró junto a su hijo, ambos se abrazaron.
Usa sintió la misma calidez que cuando era un niño, todo iba a estar bien.

Esperaba que sus hijos sintieran la misma sensación cuando finalmente estén en sus brazos.

Ahora ya no había nadie más.
Su madre ya estaba mejor y parecía tener intención de continuar su vida como le contó en una ocasión.
Era la realidad, no sería una madre para siempre, a veces solo tenía que ser ella.
Y eso no significa olvidar a Usa, su único hijo.

Todos tenían que avanzar.
A su tiempo.
A sus posibilidades.
Cuando finalmente quieran, en realidad.
Y está vez, era el turno de su madre.

Se despidió de ella, y regresó a la habitación de Perú.

— estás despierto, ¿ya? — caminó hacia su esposo y se sentó a su lado.

Ahí estaba, con sus cabellos marrones desordenados y un rostro cansado. Lindo.

— ¿ellos están bien? — preguntó mientras abría ligeramente los ojos.

— son los bebés más sanos que he visto.

— no haz visto muchos bebés, mentiroso...

— no, pero estoy seguro que están bastante bien.

— ¿por qué? — sonrió el peruano.

— porque son tuyos. — tomó su mano y la beso. — solo tu podrías resistir ese nivel de contracciones. — se burló un poco.

— eso me avergüenza un poco...

— dejaré de decirlo. — ahora besó sus labios.

Ligero, dulce y suave.

— me siento completo...

— ya lo estabas, cariño.

—.

Al final I UsperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora