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— me duelen los pies.

— pff... lo he notado hace una semana.

— sí...

— ¿quieres que te cargue?

—...

—...

—...

— puedes decírmelo.

— no, puedo moverme todavía. — tomó su mano, y siguieron caminando con sumo cuidado.

Ambos se encontraban en el pequeño jardín que hizo Perú.

Descalzas.

Sintiendo las pequeñas cosquillas del pasto sobre sus pies.

Perú sonreía, y Usa también.

— ayer despedí a Canadá. — lanzó sin previo aviso.

Perú volteó a mirarlo.

— Canadá... ¿no es tu primo?

— te conté lo que pase con él, ¿cierto?

— sí... ¿fue por eso? — comprendió al instante.

— también.

— ¿estás bien?...

— ahora sí, no porque lo despedí, despedirlo se sintió mal. — explicó, y continuó. — mal en el sentido de que me dió miedo.

— ¿miedo?

— sí, ¿podrías creer que en esa situación me preocupé porque se lo dijera a mi padre? A mí edad, eso no era necesario, pero fue-...— Usa paró, y miro al peruano.

¿Por qué estaba contando esto? Si bien Perú era alguien de confianza, esos días en los que su padre era violento con él ya habían sido dejados atrás, ya no había nadie que pudiera hacerle daño.

Ya era libre.
Ya no tenía que afectarle.

Entonces, ¿cuál era el problema en contarle a Perú?

Quizás porque justo cuando despidió a Canadá al salir de la oficina tuvo escalofríos, sintió vomitar y la presión jugó en su contra, pensaba seriamente en  volver y decirle a su primo que no hablara de esto con su padre... que no actuará como siempre.

Su razón se fue por unos segundos.
Definitivamente...
Era un adulto ridículo.
Sintió tanta rabia por sí mismo.

— ¿Usa?...

— Tu no querrías escuchar estás tonte-

— Te estoy escuchando, Usa.

El alfa le sonrió entre una pequeña risa, quizás por los nervios.

— ¿en serio?

— sí, puedes hablar conmigo de este tipo de cosas, no siempre tienes que ser fuerte.

Usa se inclinó dejando un beso en sus labios para continuar. — es cierto, pero no estoy listo... No ahora.

— cuando puedas hablarlo, lo hablamos, ¿eso está bien para ti?

Perú tomó su rostro.
Ambos chocaron sus narices, cerraron sus ojos y aspiraban el aroma del otro.

Dejaron salir sus feromonas, encontraron tranquilidad.

Usa no imaginaba ser más feliz de lo que era ahora.

— eso está bien para mí.

—.

Al final I UsperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora