Registro de Contraataques de Transmigracion Rápida de la Carne de Cañon (4)

Capítulo 666: Perseguir la belleza es instinto.

Cuando Zhi vio que Ning Shu solo tenía hierbas en su canasta, se apresuró a decir: —Cao, ¿por qué tienes tan poco? Te daré algunos de los míos.

—Está bien. Estas son hierbas. Una vez que regresemos, los secaré y luego esparciré un poco en la cueva. Pueden protegerte de los mosquitos —dijo Ning Shu.

Incluso si traía los ingredientes para cocinar, no había forma de usarlos ya que no sabía cómo cocinar. Además, aquí ni siquiera había utensilios de cocina, por lo que no tenía ningún interés en intentar cocinar.

—Está bien, entonces te ayudaré a recolectar hierbas —dijo Zhi con una sonrisa. Su rostro tenía gotas de sudor, pero sonreía muy alegremente.

Ning Shu se dio cuenta de esto. Solo estaban recolectando hierbas, pero las mujeres bestia estaban extremadamente felices. Quizás estaban felices porque encontraron algo que podían hacer.

Todo el grupo estaba muy entusiasmado. Las cestas de las mujeres bestia estaban llenas de todo tipo de cosas comestibles como verduras silvestres, jengibre y pimienta.

Los hombres bestia estaban protegiendo a las mujeres y sostenían las cestas para ellas.

Ning Shu sostenía un palo de madera y lo usaba para apartar las zarzas en busca de hierbas. Su suerte fue bastante buena ya que pudo encontrar algunas hierbas útiles que podrían curar el resfriado común y otras que podrían tratar lesiones externas. Esta hierba en particular se puede masticar y luego frotar sobre las heridas para detener el sangrado.

La canasta de Ning Shu era la más vacía de todo el grupo, mientras que la canasta de Zhi estaba tan llena que apenas cabía nada más. Mientras ella escuchara que algo era comestible, empujaría todo lo que pudiera dentro de la canasta.

Cuando ya no podía caber más dentro de su propia canasta, comenzó a empujar cosas en la canasta de Ning Shu.

Ning Shu estaba bastante sin palabras. ¿Por qué agarraba tanto cuando ni siquiera sabía cómo cocinar con estas cosas?

De repente, Qian Jia, que caminaba al frente, gritó al tropezar y caer en una duna de arena. Terminó teniendo barro en la boca.

Cuando Qian Jia gritó, todos los hombres bestia arrojaron instantáneamente a un lado las cestas que sostenían y se dirigieron hacia ella.

Varias mujeres bestia también corrieron preocupadas para ayudar a Qian Jia a levantarse.

Zhi miró, un poco lenta, ante esta conmoción. Ning Shu vio que había una pequeña serpiente que movía la lengua mientras abría la boca para morder la pierna de Zhi.

Giró su energía mientras levantaba la rama que sostenía para golpear la cabeza de la serpiente. La cabeza de la serpiente se deformó por completo al ser derribada.

—Cao...— Zhi miró a Ning Shu con sorpresa, luego su rostro se llenó de comprensión y miedo.

Ning Shu dijo molesta: —Presta atención a tu entorno y mantén un palo en la mano.

—Está bien...— Zhi rápidamente tomó una rama de árbol e imitó a Ning Shu usándola para apartar las zarzas.

Ning Shu miró hacia Qian Jia, que solo se había tropezado. Todos se habían acercado para ver si estaba bien. Estos hombres bestia no prestaron atención a la mujer que estaba realmente en peligro, ya que su enfoque estaba todo en Qian Jia.

La búsqueda de la belleza siempre ha sido un instinto desde la antigüedad. Seguro que la realidad era cruel.

Qian Jia, que se había caído, se quedó sentada sin comprender con la arena en la boca. Rui estaba además de él mismo con pánico cuando vio a Qian Jia así. Incluso Kai, que siempre ha estado muy tranquilo, parecía preocupado.

—Jia, ¿qué pasa?— preguntó Rui preocupado.

Qian Jia escupió la arena en su boca, luego abrazó a Rui mientras se reía feliz.

Ning Shu se acercó y recogió un poco de arena para probarlo. Estaba salado. Esto significaba que probablemente había una mina de sal debajo de aquí.

No era de extrañar que nada estuviera creciendo en esta zona.

—Es salado. ¡Es salado! ¡Encontramos sal! — gritó Qian Jia felizmente. Lo que más se había lamentado desde que llegó a este mundo era el hecho de que no había sal. Las cosas cocinadas sin sal eran realmente insípidas.

¡Pero en realidad se las había arreglado para encontrar una mina de sal!