¿Novia?

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Los días habían pasado con tranquilidad. Otabek le enseñaba cosas nuevas a Hisui todos los días, lo acompañaba a las terapias y de vez en cuando salían a pasear por lo alrededores, también solían visitar a Viktor y a Yuuri. La confianza del rubio hacia Otabek crecía día con día, se animaba a hablarle más y a hacerle comentarios de todo tipo. Otabek por su parte estaba muy feliz con el avance que estaba teniendo el ojiverde, se veía feliz y él era feliz con eso.

Hisui aun no se animaba a dormir solo reprochando que las noches no le generaban una buena sensación y le traían malos recuerdos. Otabek no se oponía y dormía con él cada vez que se lo pedía, o sea, siempre. 

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La noche para Hisui no había sido para nada tranquila, las pesadillas lo atormentaron toda la noche y se despertó varias veces. Para su suerte, Otabek estuvo para él en todo momento, se levantó varias veces para traerle agua e incluso le contó una historia sobre su infancia para que se pudiera relajar y volver a dormir.

Al despertar se topó con el cuerpo de Otabek, quien aun seguía a su lado. Por la poca luz que entraba en su habitación suponía aun era bastante temprano. Así que no se movió para no generarle más problemas. A pesar de su fatídica noche,  se sentía bien, se sentía descansado y de alguna forma emocionado por el nuevo día que le esperaba. No lo iba admitir, pero esos días junto al mayor lo habían llenado de emociones hermosas que llevaba años sin sentir, esperaba que ese día fuera igual.

Conforme el tiempo pasaba, se sintió algo ansioso, tenía la necesidad de levantarse y hacer algo, era raro para él estar de vago. Así que sin dudarlo más, con mucho ciudado, se levantó de la cama y salió de la habitación encaminandose a la cocina con la idea de realizar el desayuno. 

Al llegar se quedo en medio de esta dudando sobre qué podría cocinar. Reconoció todos los aparatos que tenía al frente asi que no temía averiar ninguno. Luego, abrió la refrigeradora y varios cajones examinando que herramientas poseía y con qué ingredientes contaba. Despúes de pensarlo un rato se decidió por los Piroshkis, unas empanadillas de carne. Empezó por poner el coffemaker a trabajar y luego se puso manos a la obra con su receta.

No sabía ni se acordaba cómo había aprendido esa receta, pocas veces tuvo la oportunidad de probarlo, pero solo hizo falta una vez para que quedara enamorado. El problema es que a su amo no le gustaba mucho asi que no lo preparaba con frecuencia, temía arruinarlo y no hacerlo de forma correcta, pero recordó las palabras de su psicóloga, quien lo incentivaba no temerle al error, que nadie le haría daño por no hacer algo de forma perfecta, era una oportunidad de aprendizaje.

Así que sin dudarlo más, y armandose de valor, se puso en marcha.

No paso ni una hora cuando oyó los pasos de Otabek bajando por las escaleras. Por un momento se paralizo del miedo, un mal recuerdo vino a su mente, pero a los segundos se recupero al realizar uno de los ejercicios que le habían enseñado en las terapias. 

—Me preguntaba donde podías estar —Mencionó Otabek una vez llegó a la cocina. 

—Lo siento, no podía estar quieto.

—No te disculpes, no es nada malo ¿Qué estas cocinando?

—Se llaman Piroshki... creo que es ruso o algo así.

—Nunca lo he probado, pero se ve realmente bueno. ¿Te ayudo?— Dijo estando a la par de él y observando su trabajo.

—No es necesario, señor... Ya solo falta meterlo al horno.

—No me llames señor, es raro— Comentó riendo. 

—Lo siento

—No te disculpes, está bien, pero mejor llamame Otabek. 

¿Existe la libertad? 2.0 ~Otayuri~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora