Hogar

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Luego de unos minutos de viaje en carro, Otabek lo aparco frente a una casa, bastante pequeña para los ojos de Hisui, está por afuera era de un tono gris, tenía una cochera y poseía un pequeño jardín delantero decorado con algunas flores.

Otabek se bajo del auto y lo rodeo para abrirle la puerta al rubio, acción que lo sorprendió, pocas veces alguien hacía algo por él, pero se iba acostumbrado, parecía como si Otabek estuviera dispuesto a hacer todo por él. Como si él fuera el amo. No debía de hacerse ideas tontas o acabaría quién sabe donde.

Bajo del auto y siguió a Otabek en cada paso que daba, no quería alejarse de él, primero, por que no sabía donde estaba y, segundo, por si el nuevo amo quería algo. Haría todo lo posible para hacerlo feliz.

Otabek lo dejo ser, sabía que tenía que trabajar en su propia confianza y autonomía, era cuestión de tiempo para que dejara de ser un pollito que lo siguiera a todas partes, esa era la meta.

Sacó la maleta de la cajuela y se encaminó hacía la puerta principal.

—Ven, quiero enseñarte la casa y tu habitación, además de decirte algunas reglas, no creas que voy a lastimarte si las incumples o que va a pasarte algo malo. Son, como decirlo, para tener una buena convivencia —Abrió la puerta y se puso al lado, indicando con su barbilla que Hisui entrara.

El rubio entró observando todo con atención. Lo primero que alacazaba a ver era el salón, con una sillon grande y un televisor, además de otros aparatos electrónicos; luego, a la izquierda, se encontraba la cocina y el comedor, separados de la salón por una barra; a la derecha había una puerta, suponía era la del garaje, y, al fondo, una escaleras.

Dio unos pasos inseguros adentrándose.

—No es la gran cosa, pero es mi hogar y espero que pronto también el tuyo — Dijo Otabek mientras cerraba la puerta tras de sí. El ojiverde solo asentía.

—Todo lo que ves aquí puedes usarlo, la televisión, el play station, la radio. La cocina también, solo ten cuidado en no quemarte, si tienes dudas sobre cómo usar algo preguntame. Ahora ven —Lo encaminó hacía las escaleras.

Eso no le traía buenos recuerdos, en la casa de su antiguo amo la parte de arriba era la más peligrosa, era donde lo abusaban y maltrataban entre varias personas. Era el lugar en que su única función era ser un objeto sexual.

— ¿Qué pasa? —Preguntó con cautela Otabek al ver que no lo seguía.

—Nada... Señor —Se trago sus miedos y se forzó a caminar.

Ambos subieron las escaleras y Otabek lo guió hasta una puerta.

—Esta es tu habitación, es como tu refugio, aquí podrás hacer todo lo que quieras. Es toda tuya. —Dijo mientras abría la puerta y dejaba a Hisui entrar.

Los miedos del rubio desaparecieron al ver que era un cuarto normal y corriente. No había nada raro, no habían barras, ni sillones con formas extrañas. Tampoco ninguno de los objetos que le eran familiares. Había una cama individual en el centro, un closet, una comoda y un espejo al lado izquierdo y al lado derecho frente a una ventana un pequeño escritorio con su silla.

—¿Es mío? —cerró sus ojos ante su descaro ¿Qué le pasaba? Acaso le había dado el permiso de hablar o le había preguntado algo. Apenas era el primer día y ya la cagaba.

—Toooodo tuyo. Pensaba que podríamos ir a dar una vuelta al centro para conseguirte más ropa, tal vez algo de decoración —le comentaba con una sonrisa en su rostro, estaba feliz, hoy Hisui estaba más parlanchin de lo común. —Claro, solo si tu quieres, si estás cansado lo dejamos para mañana, te prestaré algo mío por mientras.

¿Existe la libertad? 2.0 ~Otayuri~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora