Yuri

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—Llegaré a más tardar a las 5, ten cuidado y hazle caso a Yuuri y a Viktor —.Dijo Otabek mientras se colocaba sus zapatos en la entrada de la casa.

—Ya sé.

—No te alejes de ellos.

—Ya sé.

—Y no te excedas.

—Ya lo sé, me lo has repetido unas treinta veces desde que despertamos, no haré nada tonto, puedes confiar en mi. 

—Confío en ti, pero no estaré cerca y eso me pone ansioso.

—Deberías confiar en nosotros. —Dijo Viktor apoyandose en la pared. —Nosotros cuidaremos bien de él.

—Lo sé, lo sé, creo que estoy exagerando. — Agarró su maletín. —Nos vemos más tarde—. Se despidió de los tres y salió de la casa. 

—Aveces Beka exagera demasiado.

—Es porque te quiere mucho y quiere que estés bien—. Le respondió Yuuri. 

—Sí, lo sé, pero ya estoy bien, puedo cuidarme solo—Murmuró.

—Tampoco hay nada de malo en ser cuidado por los demás, eso solo demuestra lo importante que eres para esa persona.

—Bueno, ya, ya ¿qué estás esperando? Ve a alistarte. —Le insitó Viktor cortando la conversación.

Ese día era el primero en que Otabek se iba a trabajar y el rubio se quedaría al cuidado de Yuuri y Viktor, ambos ante la emoción que mostró Hisui por el patinaje, le propusieron ir a la pista y enseñarle una que otra técnica. Hisui se había enterado, por parte de Otabek, que Viktor había sido 5 veces campeón mundial y ganador de otros muchos premios, al parecer era una leyenda viva en el mundo del patinaje, aunque por su forma de actuar jamás se le hubiera ocurrido algo así, no tenía nada de leyenda. También le contó que Yuuri, por mucho tiempo, fue patinador competitivo, pero que finalmente lo dejo poco tiempo después de conocer a Viktor, y que él mismo fue atleta de ese deporte durante su adolescencia pero terminó dejandolo, pues no se sentía con la capacidad de mejorar. 

Hisui no le dió la oportunidad de decir nada más y se fue a su habitación a cambiarse. No entendía por qué le gustaba tanto estar sobre el hielo, pero estaba seguro que si su vida hubiera sido diferente se habría dedicado a ello en cuerpo y alma, de seguro le quitaría el puesto de leyenda a Viktor y jámas hubiera permitido que Otabek lo dejara, si su vida hubiera sido diferente. 

Luego de alistarse los tres se subieron al auto de Viktor y se dirigieron a la pista. Apenas llegaron Hisui saltó del carro y corrió hacia la recepción para pedirle unos patines a la muchacha que estaba atendiendo, sin embargo, Yuuri lo detuvo.

—Espera, no corras tanto.

—¿Por qué?—. Se quejó, él ya quería empezar a patinar. 

—No necesitas pedir patines. 

—Es obvio que necesito, katsudon, no sean tonto—. Le gustó mucho el tema de los apodos y buscaba cualquier ocasión para generar uno. 

—Espera y escuchanos—. Yuuri lo seguía reteniendo.

—Bien ¿qué?—Contestó molesto.

Viktor, que se había quedado atrás, llegó corriendo con una caja en sus manos. —¿No te dijo Otabek que no te alejaras de nosotros?—. Suspiro y luego le ofreció la caja envuelta en papel decorativo. —Es un regalo. 

—¿Un regalo?— Tomó la caja viendola con curiosidad.

—Ábrelo—. Insistió Viktor 

Hisui, con cuidado lo abrió, en su interior se encontraban unos hermosos patines negros,  unas medias y unos protectores. 

¿Existe la libertad? 2.0 ~Otayuri~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora