Capítulo 10 (Editado)

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Karol...

Todo a mi alrededor era oscuro.

Lo único que podía definir bien es que bajo mis pies había mucha hierba y a mi alrededor muchos árboles que pasaban con velocidad a mi lado.

No pensaba parar, menos ahora.

Sentía las pisadas fuertes detrás de mi.

Mi piel se erizaba y mi corazón acelerado me pedía solo una cosa; oxígeno.

Pero mi mente solo decía; “Corre. Corre y no te detengas hasta que estés a salvo

Miraba hacia atrás, pero seguía viendo una sombra que me perseguía.

No podía ver su cuerpo, tampoco su rostro.

Lo único que veía era que cada vez estaba más cerca de mi, listo para alcanzarme.

Las gotas de sudor caían por mi rostro.

De repente todo se volvió negro para mí.

No me podía mover.

Era como si se tratara de una fuerza mayor que no me dejaba tener el control de mi cuerpo.

No podía abrir mis ojos, y el vacío que se encontraba frente a mi era aterrador.

—¡Ayuda! —logro gritar al sentir unos brazos envolverme —¡No, no, no!

—Shhh. Tranquila, mi amor. Soy yo —respiro profundo al escuchar la voz de Nicolás —Solo fue un mal sueño.

Las lagrimas caían por mis mejillas.

Estaba toda sudada y el cuerpo todo tembloroso.

He tenido dos o tres veces sueños como este. Pero lo que más me frustra es no poder recordar el rostro de esa maldita persona que me persigue cada maldita noche en mi mente.

Nicolás me estrecha contra su pecho, mientras desliza suavemente sus dedos en mi cabello.

Los latidos de mi corazón se van tranquilizando junto a mí respiración.

Su cercanía y sus caricias me logran tranquilizar después de cada pesadilla.

Entre sus brazos me puedo sentir segura y a salvo de todo mal.

—Ya pasó, mi amor —murmura con una suave voz —Aqui estoy.

Deja un casto beso en mi cabeza y miro a mi lado, confirmando que Sofía sigue dormida profundamente.

Mis ojos se vuelven a cerrar lentamente, después de unos cuantos minutos.

(***)

A la mañana siguiente me levanto más temprano de lo habitual.

Me pongo un vestido blanco, floreado, de varios colores. Peino mi cabello, dejándolo suelto y me pongo unos tacones sencillos, no muy altos.

Me maquillo sencillo, como todos los días y decido escribir una nota para Nicolás;

Salí a caminar un rato. No te preocupes, nos vemos dentro de un rato.
Te amo. Karol.

Lo veo profundamente dormido, me acerco a él y dejo la nota sobre su mesita de noche.

Voy hasta la cama de Sofía, quién duerme plácidamente, dejo un beso en su frente, con cuidado de no despertarla, ella se remueve un poco y sigue durmiendo.

Siempre serás mía, pequeña (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora