Después de las sombras

PREFACIO

Hace casi mil trescientos años, el mundo estaba sumido en obscuridad, lo que podía nacer y crecer en él era salvaje, cruel. La vida se habría extinguido de no ser por el nacimiento de los dioses que dieron origen a los celestiales, criaturas capaces de devorar la obscuridad, dando para tal labor sus vidas. Fue así que el sol por fin llegaba a la tierra con la fuerza necesaria, creando un ambiente más gentil el cual permitió el origen de una vida ajena al caos y conflicto constante. Al inicio.

No transcurrió mucho para que una nueva clase de violencia emergiera en la mayoría de las criaturas que se habían proclamado gobernantes en el mundo, ya no era una naturaleza salvaje y cruel como la de sus ancestros, que les permitía sobrevivir, la nueva esencia de la violencia fue el egoísmo, ambición. Durante los siglos siguientes crecieron, obtuvieron mayor poder con el que pretendieron dominar a otros, fue así que en el año 768 después de las sombras (D.S.), el Dramir Igverek, gobernante de Uskhud, usó su poder para dar inicio la conquista de tierras cercanas, creando con ello el gran imperio de Sharactmer, cuyo control recaería en las siguientes generaciones.

A finales del 832 D.S., el imperio de Sharactmer se levantó en contra del reino Nirefter, que había sido formado con la intención de tener el poder suficiente para no caer ante las fuerzas del violento Emperador Evikur, quien en la guerra consiguió tomar Berhurf. Sangre fue derramada, incontables vidas se perdieron y lo habrían hecho aún más de no ser porque el Reino de Nirefter aceptó un acuerdo, el imperio no llegaría a incluir más tierras de las que en ese momento tenían, y les sería entregada la región de Akiret y Osamker a Sharactmer. El acuerdo permitió la paz, que ha sido preservada durante los siglos que le continuaron.