Durante la noche del día diecinueve correspondiente al primer mes de otoño, llega al palacio imperial un mensaje desde Akiret. Es recibido y llevado hasta la habitación del Emperador. Tocan la puerta.
—Ahora no, márchate—se escucha desde el interior la voz del mayor.
—Gran Emperador, es un mensaje de Akiret—explicó desde fuera el hombre que sostenía la pequeña caja metálica, que de acuerdo a los grabados, indicaba el lugar de donde provenía y su destino.
Hubo silencio por un momento, mientras el dramir se vestía con la larga túnica y la ataba por la cintura, dejando en la cama a su amante, aun despierta. La mirada curiosa de la mujer se fijó en la puerta cuando el varón se aproximó a esta, abriéndola solo para tomar el mensaje.
—Puedes marcharte ahora—dicho eso, el hombre se apartó, siendo interceptado en el pasillo por el escriba.
—¿De dónde has dicho que viene?
—De Akiret.
—¿No ha llegado nada de Ashirmaenek?
—No lo creo. El encargado de la halconera no me ha enviado con ninguno, solo este.
—Bien. Infórmame si llega uno de esa región, ¿si?—el hombre asintió y se marchó.
El asistente del encargado de la halconera terminó por encontrarse ahora con la más joven de Sus Altezas. Reverenció ante ella.
—¿Hay alguna carta de mis hermanos?—preguntó la hija del Emperador, con sus diez años es entusiasta por recibir cartas, así como escribirlas, es ese el medio con el que cuenta para conocer más del mundo fuera del palacio.
—Lo siento Su Alteza, no es carta para usted. Vine a dejar un mensaje para el Emperador.
—¿Algo malo?
—Lo desconozco. Es posible que ahora mismo esté leyéndolo, si ha ocurrido algo, no dudo en que lo sabrá pronto.
—Gracias. Puedes retirarte.
Él la reverenció de nuevo y se alejó, mirando de reojo a atrás, en dirección a la joven con forme se alejaba en el pasillo, la mayoría en el palacio prestan particular atención a la pelinegro, debido a la condición con la que nació. El movimiento de la pierna derecha de la pequeña alteza es limitado, se ha hecho cuanto es posible pero no cambia, lo único que han conseguido hacer es aliviar el dolor que siente.
Los pasos que Siu da son lentos a causa de ello, si bien no puede montar a caballo, es quien mejor conoce cada rincón del palacio. La nahul se aproximó a la puerta, sintiendo curiosidad por el contenido del mensaje, acercó la cabeza buscando escuchar mejor. Se mantuvo en silencio.
Dentro, el Emperador había ya comenzado la lectura del mensaje escrito por su hija mayor:
"Gran Emperador Canek, hijo de Asser, miembro de la dinastía Igverek.
Escribo para usted este mensaje, con el alma hecha pedazos. Antes de que el verano terminara, envié una invitación a mi hermano Berat, quien al aceptar me acompañó durante el festival de otoño en Akiert. Es por esa razón que la sentencia llegó hasta mi palacio.
La he cumplido, el halcón que ha enviado llegó tarde, para el momento en que he recibido la anulación de sentencia en contra de mi hermano, no había ya nada por hacer. Ahora mis manos están manchadas con la sangre inocente de un miembro de la dinastía, y lo culpo a usted por eso. A su crueldad e injusticia, lo creí diferente, pensé que no era como los demás. Me equivoqué.
Y si después de esto, decide que debo morir, que así sea. Pero ahora tenga el valor de ser quien tome la espada y corte mi cabeza. Debe saber qué es lo que se siente tomar la vida de un miembro de la dinastía, no use a ejecutores como en el pasado. Utilice su mano, la misma con la que le escribió la sentencia de Berat.
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Después de las sombras
FantasyLa obscuridad abandonó el mundo, pero dejó a las criaturas que lo habitaban. De entre todas, una se levantó con violencia, buscando dominar la mayor parte del territorio, acabando con cualquiera que intentase bloquear su camino. La guerra duró demas...