Capítulo VI

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Habiendo ya conversado con sus hermanos, supo que Balanca no comentó nada del suceso entre su amante y Galt, lo que le brindó alivio, pensando en la posibilidad de que el evento haya sido ignorado. Sin embargo, poco pasó desde que regresó a su habitación, para que su presencia y la de su amante fuesen solicitados en la sala del consejo, que se encontraba bajando las escaleras, a pocos metros de la puerta principal del palacio.

—Será mejor que tengas cuidado con lo que dirás. Debes sostener la versión en que todo ha sido solo un error, si es necesario te arrodillarás ante mi hermana para suplicar su perdón. Solo así evitarás el castigo —sentenció el moreno.

La mujer se limitó a asentir, desde que volvió, había permanecido en silencio en un rincón de la habitación, tratando de no molestar más a Su Alteza. Tenía que soportar la situación, después de todo, estaba a su servicio, no tiene voz alguna en esos asuntos.

—Vamos —le ordenó. Salieron de la habitación y caminaron por el pasillo, descendieron por las escaleras y del lado derecho, tenían la puerta que llevaba a la sala.

Dos guardias custodian la puerta, la cual abrieron al verlos llegar pues tenían esa indicación. Cuando ambos ingresaron, la puerta fue cerrada. Dentro se encontraba Balanca y Galt, un ambiente tenso e incómodo se apoderó de la sala cuando todos estuvieron reunidos.

—Hermano, lamento hacerte llamar, pero hay un asunto que involucra a tu mujer y considero adecuado tú estés presente.

—No tienes de qué lamentarte, hermana, si puedo ser útil en algo, con gusto estaré aquí.

—Bien —dio un paso al frente, observando a la mujer de cabellos rubios. —Me informaron que has cometido una falta. Tocaste a uno de mis amantes, a Galt para ser precisos —indicó—Me niego a creer que mi hermano traerá a una mujer problemática a mi palacio, así que dime, ¿Por qué lo has hecho?, ¿Cómo pudiste atreverte a hacer una cosa como esa? —la segunda pregunta fue formulada con un tono de voz más alto, en notoria molestia.

Naab miró de reojo a Derick, antes de responder.

—Fue un accidente, Alteza, yo nunca me atrevería a tocarla, pero he tropezado y él estaba cerca, fue un error sin intención alguna.

—¿En verdad? —cuestionó—Porque me dijeron que no solo lo tocaste, también has amenazado con provocar problemas si decían lo que hiciste.

—¡Eso nunca!, ¡Nunca haría una cosa como esa!, Le han mentido.

—¡¿Acaso no conoces la vergüenza?!, No solo has cometido las faltas mencionadas, ¿Ahora también dirás que ellos mienten?

—Yo...tal vez me expresé mal, quizá se entendió como una amenaza, pero nunca quise hacer algo así, se lo aseguro, yo solo estaba cumpliendo con la orden de —dejó de hablar de golpe, estuvo a punto de decirlo, pero aun cuando no terminó la frase, se encontró ya en una situación difícil de solucionar.

—¿De qué orden me estás hablando?, ¿Quién la ha dado?

La joven dramir cerró los ojos y se mordió la lengua, conteniendo cualquier gesto que pudiera delatar la verdad.

—Hermana, me disculpo, ella aún está aprendiendo las costumbres y su inteligencia no es lo suficiente como para comprender lo que hace. Como verás, no la tengo a mi lado por esa cualidad, solo por su belleza —explicó el mayor—Permite que se marche, me aseguraré de darle un castigo cuando vuelva a Irtlemeru.

—No, si es como dices, no puedes tener a una mujer así a tu lado, no es conveniente, puede traerte otros problemas —comentó—Y no puedo dejarla salir de aquí sin castigo.

Después de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora