Capítulo 24 (Final)

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Jungkook nunca había visto a su padre tan feliz y tan desecho. Siempre se mostraba como un alfa fuerte y en cierta forma frío. Incluso con él lo había sido, en su afán de formarlo y prepararlo para el mundo de los negocios lleno de alfas. Pero ahora, con Yu-Jin en sus brazos, parecía tan vulnerable. La forma como miraba a su nieta, cómo le hablaba en susurros, hizo que se emocionara. Cuando había decidido ser un padre soltero, Jeon Hyuk había puesto el grito en el cielo. Luego de a poco y convencido por su omega, había ido dando su brazo a torcer. Ahora, la dicha en sus ojos era todo lo que Jungkook necesitaba saber, para darse cuenta de lo muy amados que serían sus hijos.

Seokjin también miraba al hombre dueño de una de las marcas más importantes de Corea, siendo sobrepasado por los gorgojeos de la pequeña. Mientras Park Eun Kyo adoraba al pequeño Jeon-Seol, que dormía tranquilo en sus brazos.

—Yu-Yin es sin duda mucho más inquieta que su hermano. Es más pequeña, pero siempre está un poco más de tiempo despierta—Seokjin ya se había dedicado a observar a sus pequeños hijos y notaba que la menor era mucho más activa que el cachorro, que prefería comer y dormir.

La pareja había recibido innumerables visitas estos dos días. Luego del impacto inicial que fue para todos, el que los cachorros decidieran venir al mundo en casa, la felicidad de tener a los dos nuevos integrantes de la manada los tenía a todos felices.

Las madres de Jin también habían llegado a conocer a sus nietos y al fin, las familias se habían conocido y todo había sido armonía y alegría.

Sorprendentemente para Jungkook y Seokjin, los Lee también habían llegado acompañados de Yoongi a conocer a los pequeños. Era lindo saber que sus hijos eran tan amados y que tendrían muchos abuelos para que los cuidaran.

—Estoy tan orgulloso de ti hijo—jeon Hyuk dejaba a la pequeña en brazos de su padre ahora, quien en unos minutos logró que se durmiera y la acostó en su camita—. Lograste lo que tanto anhelabas. Ahora tu vida va a cambiar. Tendrás dos vidas de las cuales hacerte cargo y no puedo negar que me siento mucho más tranquilo sabiendo que tu alfa te acompaña en esto.

Seokjin miró a su suegro e hizo una reverencia. Claro que él cuidaría a su familia. Ellos eran todo para él y su felicidad era tan grande que ni siquiera había podido expresarla adecuadamente.

Jungkook también se sentía feliz. Sus padres a pesar de sus aprehensiones iniciales, siempre lo habían apoyado y ahora podían gozar de la alegría que le daban aquellos adorables bebés.

En medio de esa alegría, un alfa se asomó. Jimin no pudo contener sus lágrimas al ver a los dos pequeños. A él no le importaba que la sociedad dijera que por ser alfa y hombre no debía llorar. Conocía a Jungkook desde niño y había cuidado de él desde entonces, como un hermano mayor. Sufrió con el omega, cuando éste fue dejado por Sang-Ho y habían vivido juntos el cómo se enamoraba de su alfa doctor. Tenía todo el derecho del mundo de llorar. Más aun, porque él también pronto sería padre y esperaba que su Tae no tuviera problemas.

Los padres de Jungkook saludaron con mucho cariño a Jimin, preguntaron por Tae y le aseguraron que no tenía nada de qué preocuparse, pues cualquier gasto extra que requiriera el omega, ellos lo cubrirían. Siempre había sido así. Jimin jamás hubiese podido estudiar en ese instituto caro, si el señor Jeon no hubiese cubierto el gasto.

Finamente se despidieron, dejando a la pareja con el alfa, no sin antes tomar una vez más a los pequeños cachorros y aspirar su delicioso aroma a miel y leche.

—Yu-Jin tiene tus ojos—dijo emocionado Jimin, mirando a Jungkook, una vez que quedaron sólo los tres—. Es preciosa. Su pequeña nariz es la de hyung.

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