Capítulo 4
ELLA
La mañana de un jueves el principe Benedict se encuentra en sus aposentos no recuerda la última vez que habia estado demaciado ebrio, su cabeza le da vueltas, se encuentra asqueroso puede sentirlo entre los pliegues de su cuerpo desnudo.
Quiere abrir los ojos por completo pero el cansanció le invade, a la ligera puede notar que tiene a la dama Delilah a un lado suyo con los senos descubiertos y a la dama Emily sin bragas al borde de la cama.
El hombre se esfuerza por levantarse pero esta realmente cansado. No siente las piernas, no después de haber hecho lo que hizo anoche con esas dos mujeres.
—Carajo...—murmuro mientras quita el brazo de la dama para poder levantarse de la cama.
Parpadea unas tres veces para poder despertar mejor, y recoge sus calzoncillos del suelo. Toma la bata que esta en el estante y se la coloca.
Hay un dezastre dentro de la habitación que pareciera que un huracan llego hasta ahi para hacerla mierda.
El principe se acerca a la campana que se encuentra sobre la mesilla de la habitación y mientras se sirve otro trago de weasky, los sirvientes entran para empezar sus deberes.
Las damás quienes seguian aun ebrias fueron despertadas por las sirvientas y llevadas al vestidor que se encuentra ahi mismo en la habitacion para que se puedan vestir e irse sin que nadie se de cuenta.
Benedict mira por la ventana y observa a sus sobrinos entrenando por el jardín. Este se burla un poco por la forma en que uno de ellos sostiene su espada, considera que son tontos para el combate y seguramente para muchas otras cosas.
Sus fragiles y bellos rostros imponen demaciado, pero en particular se da cuenta de que uno de ellos es frio y tiende a mirarte con tal apaticidad, lo que le parece atractivo. Se da cuenta de que ella también se encuentra afuera, se pierde entre el lumbral de las flores y piensa en lo deseable que es.
Cuando nacio supo que tendria un encanto que conmoveria al reino, jamás se equivoco. Sus pequeñas y delicadas manos suaves cuando la tuvo en sus brazos por primera vez se lo decian. Si las miradas fueran puñales seguramente el princioe Benedict ya estaria muerto. Y siempre ha pensado que si tuviera la maldita oportunidad no duraria ni un segundo en hacerlo, pero se detiene.
Tampoco su reputación le ayuda, pues el mismo reconoce que es un cabrón de mierda, un tipo arrogante, grosero y un maldito mujeriego que no sirve las reglas de la realeza. Su propia familia lo dice a sus espaldas y es por ello que piensa que su media hermana ha mantenido a su propia familia alejada de la suya, también gracias a la influencia de la reina.
Ellos tampoco ayudan, cree que sus sobrinos son detestables, y realmente para él Egan se merecia esa paliza aquella noche del banquete.
Pero la ceguera de su padre es tan notoria, todo el palacio lo susurra. Sabe que el rey le arrancaria las manos si se atreviera a hablar de la legitimidad del nacimiento de los hijos de su media hermana. Todos lo saben, solo evitan que su lengua sea arrancada.
Da otro trago al vaso y mira a los sirvientes quitar las sabanas y colocar otras nuevas sobre la enorme cama matrimonial, dos de ellos comienzan a recoger las botellas vacias tiradas por el suelo.
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La Esposa Del Rey ©
Teen FictionLos Andersen son una de las grandes familias que gobiernan las casas de la antigua Grecia y Dinamarca. Durante el antiguo reinado de Ares Andersen IV, las tragedias acabaron con la vida de su esposa dejando su sucesión indecisa a su única hija y fut...