7 Los ataques

275 26 79
                                    

Harry, Ron y Hermione se aparecieron en Londres, en un lugar apartado de los ojos de los muggles.

Harry andaba con paso rápido y enérgico, seguido por los otros dos, recorriendo el camino que recordaba del recuerdo del pensadero.

La noticia del ataque y la tortura a los padres de Hermione le había afectado mucho, y no sólo porque le había pasado a su mejor amiga, sino porque había sido Bellatrix Lestrange la que había dirigido la emboscada.
Sentía una furia sorda ardiendo dentro de él, y apretaba los puños con fuerza para no dejarla salir.

Por fin llegaron frente a las puertas del orfanato, el cual parecía más cuidado que en el recuerdo.

Siguiendo el improvisado plan que habían trazado apresuradamente, Harry se sacó la capa de invisibilidad del bolsillo y cubrió con ella a sus amigos y a sí mismo. Llamó al timbre, y los tres esperaron a que se abriese la puerta.

Una mujer mayor se asomó por ella y miró con cara de desconcierto a su alrededor. Hermione sacó su varita y lanzó un hechizo para tirar al suelo una lámpara de pie del vestíbulo, y cuando la mujer se separó de la puerta, sorprendida, aprovecharon para entrar.

Harry les guio a toda prisa a través del vestíbulo hasta la escalera, y desde allí hasta la que había sido la habitación de Tom Riddle.

-Espero que no esté ocupada -susurró Ron.

Harry no respondió, pero intentó abrir la puerta, que por supuesto, estaba cerrada con llave. Antes de poder hacer nada más, Hermione abrió la puerta con un Alohomora. Entraron en la habitación sin decir nada y cerraron la puerta. El pequeño cuarto parecía abandonado, como si ningún otro niño hubiese dormido allí desde que Tom Riddle abandonó el orfanato.

Una sensación extraña les invadió, como si alguien les estuviese observando. Pero en seguida Hermione se repuso, y comenzó a revisar la habitación.

-Hermione ¿estás segura de que quieres seguir con esto? -preguntó Harry, mirándola con atención.

-¿Por qué lo dices? -preguntó ella a su vez, evadiendo su mirada.

-Pues... es que estás muy rara. Nunca habías sido tan impulsiva, ni habrías utilizado la magia delante de ningún muggle.

-¿Qué harías tú si tus padres se estuviesen muriendo en un hospital sin que pudieses ayudarles, y la única forma de hacer algo es acabar con el tipo que les ha hecho daño? -replicó ella, enfadada.

-Déjala, Harry -intervino Ron, con suavidad-. Tú hiciste lo mismo por Sirius, y yo por Ginny ¿recuerdas?

A Harry le dolió la mención de su padrino, pero sabía que Ron tenía razón; debía confiar en Hermione y darle el derecho a decidir por sí misma lo que quería hacer. Aunque eso no borraba la desazón que le producía no que su amiga estuviera tan poco centrada en lo que pasaba a su alrededor.

"Confía en ella, nunca te ha fallado"

-Está bien -dijo en voz alta-. Perdona Hermione, si te he disgustado, sólo me preocupaba por ti.

-No importa, Harry, estoy bien -sonrió ella, pero Harry intuía que estaba mintiendo.

-Bien... -Harry miró a su alrededor, un poco incómodo-. Vamos a ver qué guardaba Tom por aquí.

Echaron un vistazo a la habitación, que seguía tal y como Harry la recordaba del pensadero. No había nada fuera de lo común aparte de la cama y los viejos muebles típicos de la habitación, que estaban cubiertos de polvo, como si nadie hubiese entrado allí en mucho tiempo.

Mientras los otros revisaban el cuarto, Harry se acercó al armario donde, años atrás, Tom había guardado las cosas que les robaba a sus compañeros, y lo abrió. Dentro no había ropa ni enseres de ninguna clase, a excepción de una vieja caja en el estante superior.

La familia Snape (Severus x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora