16. Esto aún no termina.

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Te deje entrar. Joder, te deje entrar y me destruiste por completo. —Anónimo

No sé por qué me despierto, abro los ojos y aun es de noche, estoy en brazos de Colín, está plenamente dormido, mi cara esta contra su pecho y me siento tan protegida con él, su rostro refleja felicidad, tiene sus ojos suavemente cerrados y me fascina que este tan cómodo conmigo como yo con él, le acaricio las mejillas, y los labios, su perfecta boca, me pongo a pensar en los mil y un momentos que he pasado con él, peleando o no, nuestra relación es especial y perfecta.

Siento su calor, en mi cuerpo, supongo que me he quedado dormida antes que él porque lo veo sin camisa y sin el botón de su pantalón. Yo no tengo mi camiseta y mi falda está mal acomodada, estamos cubiertos de la cintura para abajo con la manta que saque de mi habitación.

Tengo mis brazos en medio de nuestros cuerpos, mi cara está en su cuello absorbiendo su aroma a perfume y sexo, a dulce y salvaje, a Colín y Julianne. Me encanta como suena en mi cabeza, Señor y Señora Doyle. Muerdo mi labio y sonrío, quizá algún día pueda ser completamente suya y llevar una enorme sortija brillando en el dedo.

Acomodo mi rostro en su cuerpo, para seguir durmiendo y donde pueda respirar, pero me pongo a pensar en cada una de las veces que hemos estado juntos, digo, sexuales y no sexuales. Las pocas veces que hemos salido, las veces que me he quedado a dormir con él y el conmigo, las veces que hemos reído, llorado, gritado, hablado, cada uno de los momentos en los que me ha dicho que me ama, eso ha sido lo mejor de todo.

La primera vez que dormimos juntos, la recuerdo muy bien. Nuestros padres y la familia Thompson había decidido hacer un viaje familiar por la graduación de la universidad de Colín. Él habría obtenido cada su licenciatura y titulo de posgrado. Una Ingeniería Industrial con una especialización en Finanzas. A pesar de las riquezas de su familia es un gran empresario, gana su propio dinero y aparte no pierde el apoyo del apellido Doyle. Yo soy algo más, así como la oveja negra de la familia, mi padre quería que yo estudiara finanzas también, pero yo obtuve mi licenciatura en Bellas Artes, mi vocación es cantar, actuar, bailar y mi vida es pintar.

Ese verano, al finalizar el último semestre y un par de días después de la graduación viajamos todos juntos a una gran cabaña en el Doyle, en medio de todos los árboles, por un gran sendero, pero no es como se lo imaginan, algo rústico para pasar en familia, la cabaña era rústica, por fuera. Pero adentro estaba modernizada al cien por ciento, no vengo a decirles que la chimenea era eléctrica, todo lo contrario, era de leña, teníamos que ir a buscarla para mantener el calor en la habitación, pero el resto de la casa era como un hotel de cinco estrellas.

El bosque la rodeaba de color, ella se acoplaba físicamente al ambiente natural del lugar, dos grandes troncos formaban la base de la puerta, enfrente de ella había un techo, justo como en los hoteles, donde se puede parquear el taxi mientras subes tu maletín y te proteges ya sea del sol o la lluvia.

A pesar de que su aspecto era rústico afuera también era lujoso, dos faroles iluminaban la puerta, desde el suelo hasta el tope, uno a cada lado. El día que llegamos estaba nublado, eran más o menos las cuatro de la tarde. Cada familia se llevó su propio auto, supongo que nuestros padres se agradaban por el hecho que todas las familias eran pequeñas. Colín y yo éramos hijos únicos, Mathew y Laura complementaban a los Thompson, claro está que los dos varones, Mathew y Colín, crecieron como hermanos, Laura era una bebé apenas, yo en cambio era la extraña, pues, aunque era una señorita me comportaba como hombre y a mis veintidós años prefería mil veces conducir un auto que ir al salón de belleza con mis amigas, ni siquiera tenía amigas, me imagino que terminé siendo así después de que perdí la comunicación con mi padre, me volví mi propia imagen masculina a seguir.

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