Dicen las estrellas que nosotros somos los fugaces. —Anónimo
Mete su lengua en mi boca y empieza la acción, enserio no puedo creer lo que estoy haciendo. Yo, Julianne L. Morrison, detrás de unos arbustos, entre un pequeño callejón, de una casa ajena, de socios, ni si quiera amigos, sino socios de mi padre, gimiendo porque este hombre me dé duro, por todo el cuerpo. ¿Qué rayos me pasa? Obviamente sé que está mal, muy mal, pero no me interesa, solo quiero perderme en el placer. El sube con rapidez y nada de torpeza mi vestido, me da vuelta y ahora me encuentro apoyada con el pecho sobre la pared, con el culo hacia atrás, el vestido hasta la cintura y el sacándose, esa gran arma de los pantalones. No puedo evitar pensar en la tortura que será querer que entre tremendo hombre en mí.
—No sé a ti, pero a mí me encanta duro. —Dice con sutileza.
—Hasta el fondo. —Le suplico y el ríe con picardía. Toma mi tanga desde atrás y la jala tan duro que escucho la tela rasgarse, me duele, pero lo disfruto. El la hace a un lado y a su potente pene lo acomoda entre mis nalgas y busca mi sexo, lo encuentra y solo entra de una embestida, sin pensarlo, sin piedad. Pero estoy tan excitada, tan emocionada, que desde que lo vi en el salón, mi sexo comenzó a fantasear. Se veía tan grande que pensé costaría su entrada, y resulta que mi cuerpo es tan agradecido con lo bueno que lo recibió sin problema, entre mi humedad y ganas logramos envolver su piel. Lo hace como él quiere, sin buscar que yo gima, no me toca, no me besa, es solo autosatisfacción, solo él. Así de egoísta es, siempre lo ha sido, desde que éramos niños. Pero, me gusta, porque a eso me dedico, a complacer.
Me da vuelta, me toma del pelo, me pone sobre mis rodillas de un empujón y me la mete en la boca con fuerza, es tan grande que me atraganta, pero me gusta, yo chupo y la saco para tomar aire y no ahogarme, pero él me toma de vuelta y la mete, no le interesa, él quiere acabar. Sigue empujando y yo suplico por más. Por qué me encanta.
—Ah, Julianne, eres tremenda. —Gime con suavidad. Me excita tanto, que diga mi nombre así, con tanto deseo y pasión, hago mi trabajo con más fuerza y determinación. Mi objetivo es que termine todo en mi boca, y lo consigo. Salpica un par de veces antes de rellenar mi boca, con ese sabor salado, algo amargo pero sabroso en mi garganta.
—Colín... —Logro decir entre tanto que trago, él toma mi pelo y jala de el para que mi cara quede viendo hacia arriba, hacia sus ojos.
—Shh, silencio. —Cierro mi boca inmediatamente. —Esto, no se repite. —Dice serio mientras acomoda su ropa y yo me levanto, sin ayuda, me arreglo, el con mucha brusquedad toma mi cabello e intenta acomodarlo, está enojado. Toma mi mano y empieza a caminar, con mucha prisa. Yo me detengo y pregunto.
— ¿Qué sucede? — Él rápidamente se da la vuelta.
— ¿Qué haces? Camina. —Dice furioso y toma mi mano con fuerza yo camino junto con él.
—Pero ¿que hice mal? —Preguntó asustada, creí que le había gustado.
—Todo, porque lo hiciste perfecto. —Responde más tranquilo, estamos llegando con el resto de los invitados.
— ¿Disculpa? —Preguntó ingenuamente.
—Escucha, Julianne. Ando en busca de una mujer como tú hace mucho tiempo, una esclava legítima. Tú y yo, teníamos años de no cruzar palabras y de repente caes en mis brazos, sin quejarte, con deseo en tus ojos. Necesitaba saber si eras una dama domable, y lo eres, quiero enserio, necesito seguir comiéndote. —Me dice con desesperación, pero ¿esclava legítima? No sé de qué habla.
—Pero, entonces por qué huyes. —Preguntó ingenuamente.
— ¿Huir? Hermosa, te llevo a tu mesa, a traer tus cosas y a disculparme con el resto de las personas. Te llevo a mi apartamento a cogerte como Dios manda. — dice con fuerza.
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Mi Turno
RomanceAntes de empezar a leer hay unas cosas que debes saber. 1. Esta no es una historia de amor. 2. La lujuria te puede controlar. 3. Contiene mucho sexo. Julianne está harta de que su hombre siempre la domine. Que ella siempre caiga a sus pies, desp...