20. Invitación

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Y en ese momento, con todo el dolor del alma le soltó la mano; aun sabiendo que el espacio que nacía entre ellos nunca más pararía de crecer. —Brando. Bocanadas y besos.

Han pasado ya tres meses y medio desde la gran noche, no me refiero únicamente a la noche del Festival de Arte, sino también al día que me di por vencida con él.

Después de todo lo que paso, llore y entre aturdida a la galería, tome mi asiento tratando de disimular mi rabia contra Colín, imaginando como esos hermosos años de vida juntos se habían perdido, junto con todo lo que le entregue, le di una parte de mí que quizá nunca nadie volverá a conocer. Siento la sangre pasando por la sien. Me retumba la cabeza y se me tapan los oídos, me tiemblan las manos, pero, de repente, todos dirigen sus miradas hacia mí, como si supieran que pasa por mi cabeza, sonríen y me aplauden, ¿acaso se estarán burlando de mi situación sentimental?

—La Señorita Julianne Morrison, con su obra "Desnudez". —indica el presentador, yo sonrió por impulso sin saber exactamente qué ocurre, mis compañeros comienzan a empujarme hacia delante para que suba al escenario.

Camino y mis piernas tiemblan, mis manos sudan y mi mente esta perpleja. —Gracias. — Indico al presentador que sostiene un ticket para poder cobrar el valor de la obra, lo leo y susurro —Setenta y cinco mil... — mi estómago empieza a darme nauseas.

Me acerco al señor Zamora, nos abrazamos y toman un par de fotografías mientras todo aplauden y aclaman mi obra. El susurra a mi oído —Quisiera hablar en privado luego. — yo me limito a sonreír únicamente.

Luego de todo esto la noche continua con mucho vino, una gran charla con gente de dinero, encargados de algunas Embajadas de Cultura en algunos países de Europa, música, bailes.

Hoy, seis meses después de la exposición me encuentro en la habitación de Mathew. Únicamente utilizando una bata sin atar a la cintura, estoy asomada a la ventana de la casa que rento para que pasáramos nuestro fin de semana, perdidos en el bosque, lejos de la ciudad. El frio aquí es arrasador, los árboles casi no tienen hojas por la época del año, siento lo helado en la ventana al asomarme y me siento feliz y dichosa de lo que se ha convertido mi vida hasta ahora.

Mathew se encuentra boca abajo cubierto con una sábana gruesa, está completamente desnudo. Su cuerpo es perfecto, alto y delgado. Su piel morena, su cabello castaño, sus ojos verdes y su boca tan deliciosa como la miel. Pero no es lo que piensan, él y yo no mantenemos nada serio, solo es sexo. Luego de la exposición salimos varias veces a platicar, entonces como a cualquiera le pudiera suceder, en una de tantas salidas terminamos teniendo sexo, y vaya que ha sido bueno, pero no increíble. No es él.

Salgo al balcón con un cigarro, es una mañana helada y fresca, las gotas del sereno se deslizan por el cristal de las ventanas, mis pies descalzos sienten la baja temperatura del lugar y lo disfruto, ese cosquilleo en los dedos gracias a la ausencia de calor que hace que la piel se erice y el frío suba delicadamente por tus nervios y pase directo en la columna, terminando en el cuello, y un efímero pestañeo de ojos, casi parecido a un orgasmo. Bien dijo Wilde que fumar un cigarro es tan placentero porque jamás termina de satisfacerte.

Y mientras disfruto el pequeño escalofrío una notificación llega a mi celular.

De: Colín Doyle

Fecha: 02 de mayo 2014.

Para: Todos los contactos, bandeja personal.

Asunto: Invitación.

Colín Doyle & Vanessa Sinclair

Tienen el honor de invitarlo a su cena de compromiso.

"El amor es una condición en la que la felicidad de otra persona es condición imprescindible para su propia felicidad..."

Se llevará a cabo en Hotel Hilton

1301 6th Ave, Seattle, WA 98101, Estados Unidos

Sábado 24 de mayo de 2014

18:00 Horas

Mi corazón se detiene por unos segundos, y no hay palabras para decirles lo que siento. Ver como ese hijo de puta, la persona que me dijo que era solo suya, el que me revolcó en la cama mil veces como pudo y quiso, el que decía amarme, en un lapso de seis meses puede venir y enamorarse sinceramente tanto de otra persona que hasta le pidió matrimonio, pasar el resto de sus vidas unidos, algo que yo no conseguí en años de relación. Yo debí haber sido la chica a la cual le pedía matrimonio, a la cual se aferraría con todas las fuerzas del mundo por llegar a ancianos juntos. Siento que estoy a punto de volverme loca, a punto de quitarme la vida porque es un dolor demasiado grande. Mierda, no sé qué hacer o qué pensar, no quiero dejarlo ir, necesito de él, él es mío, él era mío.

Rápido marco el celular y me encierro en el baño, necesito hablar, mi corazón duele, mi pecho duele, no sé qué hacer...

—Aló. — dice Melissa del otro lado de la línea, a kilómetros de distancia.

—Nena...— mi voz se quiebra, no puedo respirar, siento el vacío de aire en mi pecho, no sé cómo llenarlo, duele y me ahoga.

—Julianne ¿qué pasa? — está preocupada, yo estoy abrumada.

—Colín, se casará...— le digo entre sollozos.

—Mierda. — dice con enojo. —Ya lo sabía, quería decírtelo cuando regresaras él jueves...— y siento un fuerte golpe en él corazón. —Estaba en tu casa, y el vino. Traía la invitación personalmente. No se esperaba encontrarme ahí, o quizás sí, pero contigo. —

—¿Y qué..., ¿qué le dijiste? — me es difícil contenerme de pie.

—Le dije gracias, vete ya y él sonrió y sé dio la vuelta. Es un tipo tan inhumano, no sintió nada, es el diablo...— Lo sé, lo es. No puedo esperar más, debo ir, debo detenerlo, debo estar con él, él es mío.

—Regreso hoy, no puedo más. — cuelgo él celular. Salgo del baño y arreglo mis cosas apresuradamente, sin dejar de llorar, sin dejar de sufrir, me quiebro por segundos y me quema el pecho de tormento, es un calvario en mi interior. Me visto lo más aprisa posible y cuando estoy a punto de irme veo a Mathew, sentado en la cama con confusión.

—No estás bien...— me dice. Y es tan extraño por qué cualquier persona en el mundo me hubiera preguntado si estaba bien, pero él asumió qué no, él se dio cuenta de que no era así.

—Me debo ir, perdón. — le digo y tomo mis cosas.

—Hey, te ayudo. Llama un taxi y yo reservo un asiento en el tren lo antes posible. — me dice mientras se levanta de la cama y no puedo evitar ver como caen sus bolas y su pene, con aquella sutileza y golpean la gravedad, y es tan sensual.

—Gracias. — le susurró y me acerco a darle un beso.

Julianne, 8:32 A.M: Voy para allá nena, te amo.

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