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Las grandes montañas cubiertas por una hermosa vegetación relucian con un brillo algo anaranjado que les brindaba el sol del atardecer. La aldea de Fengjian, era un lugar tranquilo y algo alejado del mundo actual, pues todavía era un pequeño pueblo en la gran China, la mayoría de sus habitantes eran ya personas mayores, que no necesitaban estar al pendiente lo que sucedía en el resto del mundo, más bien solo los jóvenes eran quienes veían esa necesidad de dispositivos móviles para estar al tanto de tendencias.

Pero también habían jóvenes que vivían para el servicio de la aldea, trabajando arduamente para que su preciada aldea siga con aquel bienestar con el que se mantiene en pie. Entre esos jóvenes, se encontraban dos amigos, hermanos de distintas madres, unidos por haber crecido juntos.

Raiden y Kung Lao, un par de jóvenes, que aparentaban estar en sus veintes, competían entre ellos todo el tiempo, ya sea entrenando o trabajando, vivían una rivalidad amistosa, buscando siempre la superación. Aunque su pequeña diferencia era como percibían las cosas.

Por un lado Raiden, un alma serena y humilde que vivía para servir a los demás. Mientras que Kung Lao, era todo lo opuesto a su amigo, el quería salir de aquella aldea, buscar la fama y grandeza, ser reconocido por el mundo. De alguna forma ambos se complementaban pese a ser polos opuestos. Y ambos tenían un buen manejo de las artes marciales, demostrando sus habilidades ante todos, en el restaurante de la señora Bo, en una pelea amistosa, aparentemente para pagar la cuenta de lo que sería su comida.

—Dime Mei Ling, ¿qué opinas? – preguntó Liu Kang a su acompañante. Ambos se quedaron observando desde una mesa algo alejada, cubriéndose para no llamar la atención.

—La señora Bo les enseño bien. – respondería la joven algo complacida por aquel espectáculo que dieron aquellos chicos.

—Dejemos que disfruten de su cena. . . – dijo el dios del fuego, mientras se ponía cómodos en su asiento. Él antes de mandar a todos a sus posiciones para esperar el momento adecuado, se llevó a Mei para hablar mientras transcurría el tiempo.

Ambos muchachos saciaron su hambre, en especial Kung Lao, que comió y comió, aprovechando que su amigo pagaba la cuenta tras ganarle en su apuesta al derrotarlo en combate.

—Tenias hambre. . . – diría Raiden con un suspiro tras ver la cuenta.

Kung Lao, simplemente le respondería con un eructo, demostrando su satisfacción por la comida de la forma más vulgar.

—Todo estaba delicioso, señora Bo. – agradeció Raiden cuando ella se acercó. Al mismo tiempo buscaba el dinero que tenía para pagarle.

—Gracias Raiden. – le respondió jovialmente, a sus ojos, esos chicos fueron como los hijos que nunca tuvo, le enseño varias cosas desde que fueron pequeños, así que les agarro un gran cariño. —Siempre es un placer cocinar para ustedes.

El joven comenzó a pagarle lo que corresponde, dándole cada billete, hasta que el viento le arrebato uno de sus manos. Vieron como el papel volaba y era atrapado por una mano de un hombre amenazador.

Se trataba de Smoke, tenía un semblante serio, y con el seño fruncido se veía lo suficientemente amenazador para todos. Estrujó el billete en sus manos y con una mirada fulminante vió a ese para de chicos. Y así empezó con su diálogo.

( ❆ )  𝑻𝑹𝑨𝑰𝑻𝑶𝑹   -  𝘉𝘪-𝘏𝘢𝘯 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora