𝟏𝟎

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—Ven conmigo pequeña. . . tranquila no muerdo – el hombre se reiría con descaro

—Esto es lo que sucede cuando se meten en nuestro camino. . . – más risas se escuchaban.

—Oye Kano! Que buen regalo le llevarás al jefe ¿no?

—Ah por supuesto. – un hombre joven que aparentaba estar en sus veintes sería el que llamaría la atención de todos. —Cazar a las pequeñas ratas que estorbaron será solo el principio. . . – todos volverían a reírse en aquel campamento.

Entre la selva amazónica de Bolivia, se encontraba una base de operaciones del Dragón Negro, con todos sus operativos activos. Tenían la zona bajo su control. pasando desapercibidos.

Entre ellos tenían un montón de prisioneros, ladrones o estafadores que no pudieron contra ellos. Y también gente que les debía favores o dinero. Entre ellos, una madre abrazaba a su hija, evitando que vea a sus captores. El miedo las consumía, pero la mujer debía mostrar valor.

—Vamos preciosa, deja a la niña. Vamos te haré más si quieres jajaja!

—Matemos a la pequeña. Esto no es una guardería. – otro de esos hombre habló. Todo era un caos entre las risas de esos infelices y los lamentos de los desgraciados.

Mamá. . . ¿dónde esta papá? – preguntaría la niña. No entendía nada de lo que decían los demás. Pero estaba asustada. Ver a su madre así tampoco le ayudaba.

Tranquila mi amor. . . ya saldremos de esto ¿si? No te preocupes, estoy aquí para cuidarte. – la mujer abrazo a su hija, tenían cadenas en las manos y pies, las cuales golpeaban el cuerpo de su pequeña. Esto era una pesadilla.

—Vamos perra, habla un poco más, no te entiendo nada pero el acento hace que me emocioné!

—¡¡Caballeros!! – exclamó el que fue llamado como Kano. —Ya fue mucho por hoy, mañana partiremos así que es hora de descansar. ¿No ven que hay una pequeña que quiere dormir? – señalaría a la niña y a su madre. —¿Pero creen qué ya está algo grandecita para seguir con su mami? ¿no?

En ese instante todos victorearon mientras entre dos hombres separaban a la madre de su hija. Los gritos eran lo peor. La voz destrozada de la mujer gritando el nombre de su hija mientras la arrastraban fuera de aquel lugar. Los otros prisioneros solo guardaban silencio o lloraban en su sucio rincón. La niña por su parte seguiría encadenada. tratando de seguir a su madre. abriendo heridas en sus muñecas por su esfuerzo de liberarse. La lágrimas caían como lluvia. Sus gritos desesperados. Su voz rota.

Después de ese día no volvió a ver a su madre.

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—¡¡¡Mel!!!

Los recuerdos borrosos empezarían a interrumpir en su mente. Abriría los ojos asustada, aún escuchando su nombre resonando en aquel eco. Soltaría un quejido mientras recordaba lo sucedido.

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⏰ Última actualización: Oct 20 ⏰

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