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Fue más rápido de lo que pareció, en un parpadeo pasaron los diez días para Mei y tras celebrar y despedirse de sus amigos fue al templo de los Shaolin.

—Sabes muy bien lo que tienes que hacer.

—Sí, no confiar en nadie, guardar espacio y...

—Cualquier indicio de sospecha de una guerra, observaló. – el Gran Maestro estaba de pie frente a ella. Viéndola de rodillas y con la cabeza a gachas. —Sus estrategias, su poder... su magia.

—Sí, Gran Maestro. – su voz sonaba suave, pero firme. Estaba calmada, no se dejó llevar por la emoción de nuevo.

—Levantate Snake. – las miradas de ambos no tardaron en cruzarse cuando su mujer levanto la cabeza hacia él. Ahí la tenía a sus pies, sirviendolo. Con su traje rojo como la sangre y su rostro cubierto. Ya no usaba el pelo recogido en una coleta, ahora lo llevaba trenzado. Levantaría levemente la ceja al darse cuenta de eso y tras la máscara sonreiría un poco.

—Cumpliré con la misión, o moriré con mi honor y los secretos de los Lin Kuei a salvo. – como siempre debía de dar su palabra, su vida. Realizó su reverencia, con sus manos juntas sosteniendo su puño y se daría la vuelta para retirarse.

—Mei Ling. – la voz de Bi Han resonó en la habitación. Dijo su nombre con una molestia evidente.

Ella solo se frenó en seco y dió media vuelta.

—Despídete bien. – fue su última orden antes de su viaje. Al estar solos en la sala principal, podía darse el lujo de poseer un pequeño momento a su mujer.

Mei no tardó en llegar frente a él, su mano se apoyó en su pecho y la otra retiro la máscara de su amado. Por su parte él sostuvo su cintura con las manos y de igual manera le quitó la máscara para ver el hermoso rostro de su amada. No sonrió pero su expresión se suavizó. Y todo termino en un beso de despedida.

Al menos está vez si pudo darle un beso. Sus mejillas se sonrojaban un poco al ver la misma escena en sus recuerdos, pero nadie podria ver aquello a través de su máscara; y la oscuridad de la noche también me ayudaba. Muchos monjes le saludaron y ella devolvió cada saludo con calma. Hasta que llegó cara a cara con los campeones.

—¡TESORO! mira que ya llegaste primor. – Cage se acercaba a ella con los brazos abiertos, la rodeo por la cintura y sacó rápidamente su celular para tomar una fotografía de ambos. Ambos salieron bien, pero a Mei no le gustó mucho que digamos. —Te ves mucho mejor que el día que llegue aquí, la trenza ¡mua! te queda bien.

—Hola, Cage. – finalmente lo saludó pero este ya había pasado a hablar con Liu Kang.

—Dejaló, está emocionado de ir a un reino totalmente diferente a la tierra. – Kenshi apareció para saludarla.

—Me di cuenta, aunque creo que es una emoción que todos comparten.

—No te lo niego, es algo nuevo. Pero también puede ser peligroso. – su aire de desconfianza siempre estaba presente en ese hombre.

( ❆ )  𝑻𝑹𝑨𝑰𝑻𝑶𝑹   -  𝘉𝘪-𝘏𝘢𝘯 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora