Capítulo 7

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Lamento haber tarado más de una semana en publicar, pero tuve una semana súper llena de trabajo. Así que en compensación les dejo un capítulo un poco más largo de lo usual. 

Espero que lo disfruten.

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—¿Estás segura de seguir? Entenderé si deseas parar—

—Estoy segura. Quiero que seas la primera y la única, aunque lo consideres pronto eso es lo que deseo. Eres hermosa Lena me encanta todo de ti tu pelo azabache como la noche, tus ojos, amo su color y el brillo que tienen al verme. Y ni hablar de estas dos amiguitas que tienes ahí— Con una sonrisa pícara señala con sus ojos los senos de Lena —Y es que ahora que nos acabamos de conocer intuyo que nos llevaremos muy bien—

—Es toda una pervertida Señorita Danvers, y yo que la creía inocente— Comenta la pelinegra con una sonrisa ladina en sus labios, pero con un brillo en sus orbes verdes por las lágrimas contenidas, es la primera vez que alguien se refiere a ella y a su cuerpo con tanto amor, que la miran con deseo y devoción.

—Y aún no ha visto nada Señorita Luthor y déjeme decirle que también me encanta el amiguito que está entre mis manos— Continúa moviendo su mano por toda la erección de la pelinegra con suavidad y deseo. —Me encantas toda tu Lena, tú me haces sentir querida, hermosa, amada y deseada. Hazme mujer Lena. Hazme tu mujer, tuya y de nadie más—

—Kara— Lena une sus labios a los de su rubia en un beso cargado de amor al mismo tiempo que pone su mano sobre la de Kara y juntas guían su miembro a la entrada de la rubia. —Te Amo Kara. Eres lo más bello que los dioses me han dado y a partir de este momento— Por cada palabra de Lena su imponente miembro se hundía poco a poco en el interior de su amor, siente como la rubia bajo su cuerpo se tensa a medida que se introduce en su interior y con sus palabras, besos y caricias la calma a medida que avanza de a poco —Tu Kara Danvers eres mi mujer... eres mía. Y yo Lena Luthor soy tuya, tu mujer— Un suspiro sale de los labios de ambas y esa sensación de unión y pertenencia que han sentido antes por la otra ahora lo experimentan a un nivel que trascienden hasta sus almas porque ahí unidas conectadas como están saben que finalmente han encontrado su hogar, pertenecen a la otra. Lentamente la pelinegra inicia un vaivén, las sensaciones son únicas, el calor, la humedad del interior de la rubia, la dureza de su miembro, la excitación de ambas las lleva a un mundo nuevo.

—¡Dios! —

—¡Lena! —

—¡Kara!... ¡Mmmh! —

Una rubia se despierta sobresaltada, su pecho subiendo y bajando, unas gotas de sudor corriendo por su frente, las hormonas revueltas y una palpable humedad entre sus piernas. Si algo le estaba costando a Kara Danvers sobrellevar de su embarazo era sin duda alguna su elevado... libido, estaba más caliente que el infiero.

Ni las náuseas matutinas, los vómitos a media jornada o los antojos a en plena madrugada podrían igualarles a sus hormonas, pero ni cuando era adolescente paso con tanta calor como ahora, las duchas ya no le funcionaban sentía que su piel ardía y más con el sueño que acaba de tener una mala o buena jugada de su subconsciente haciéndola soñar con fragmentos de su primera vez, su primera experiencia sexual que había sido con su pelinegra de ojos verdes azulados.

Lleva ya varios minutos desde que había despertado y su estado no parecía mejorar todo lo contrario su mente seguía metida en su sueño recordando ese día, como siempre Lena la había sorprendido con un paseo a la idea inicial era un viaje de ida y vuelta sin embargo una tormenta repentina las hizo quedarse en el lugar para cuando la lluvia seso y se convirtió en una leve llovizna ya era bastante tarde así que decidieron quedarse a pasar la noche. -Maldita sea- masculla recordando el perfil de Lena con el ceño ligeramente fruncido en concentración encendiendo la chimenea, como la pequeña luz proveniente de las llamas resaltaban su blanquecina piel, el negro azabache de su cabello suelto y el brillo de sus ojos con la calidez de su sonrisa, esa que era dedicada solo a ella.

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