1ra Incursión

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En el coliseo se libraba una contienda trascendental. El joven Primaris de nombre Adam el cual blandía su arma con toda sus fuerzas, mientras su mirada ardía como el fuego determinado a ganar, se enfrentaba dándolo todo en contra de su maestro Kaldor Draigo, cuyo rostro reflejaba la experiencia de décadas de batallas con las mas aterradoras criaturas de las peores pesadillas, el viejo señor de los caballeros grises se enfrentaba a su alumno más destacado, sin contenerse.

La contienda se desarrolló con una gracia impecable, Kaldor se movía con la elegancia, desviando los poderosos ataques de Adam los cuales eran precisos y con una potencia que desafiaba la lógica. Adam, por su parte, mostraba una ferocidad implacable, persiguiendo incansablemente el elusivo equilibrio entre agresión y control, una lección que le había inculcado su maestro desde sus primeros días de entrenamiento.

Los golpes resonaban en el aire, mientras los dos se movían tan rápidos como el rayo, mientras el brillo al chocar sus espadas era tal, que resplandecía con fulgor, las dos mentes maestras que se conocían tan íntimamente predecían cada movimiento del otro. Los jadeos de esfuerzo y el sonido de los pies que pisaban con fuerza hasta agrietar el piso creaban una sinfonía de combate que resonaba en los corazones de quienes observaban en silencio.

A medida que la pelea se intensificaba, Adam desplegó un nuevo nivel de destreza, canalizando la energía de la frustración y la ambición en cada movimiento. Sus golpes se volvieron más certeros, más rápidos, más contundentes, desafiando los límites de lo que Kaldor le había enseñado. Sin embargo, a pesar de su enfoque despiadado, había un desequilibrio en su forma, una impaciencia que su maestro podía percibir en cada movimiento errático.

Kaldor, con calma, esquivó con gracia un golpe decisivo de Adam y, en un movimiento fluido y calculado, desarmó a su alumno con un simple toque. Adam se detuvo, su pecho subiendo y bajando con la respiración agitada, su mirada reflejando sorpresa y, en alguna medida, humildad.

Kaldor Draigo: La fuerza no radica solo en el golpe más poderoso Adam, sino en la armonía que4 tu cuerpo y mente deben tener.

Dijo Kaldor a su alumno mientras extendiendo la mano para ayudar a su alumno a levantarse. 

Kaldor Draigo: El verdadero poder, surge de la comprensión profunda de tu oponente y el equilibrio interno surge cuando aprendes de tus fracasos para volverte mas fuerte. 

Con un respetuoso asentimiento, Adam aceptó la mano de su maestro, sabiendo que su viaje recién comenzaba y que aún tenía mucho que aprender sobre la verdadera esencia del arte de la guerra. La pelea terminó no solo con un ganador y un perdedor, sino con un nuevo nivel de entendimiento que uniría al maestro y al alumno en una conexión indeleble de aprendizaje y crecimiento mutuo.

Mientras tanto los presentes miraban asombrados el gran despliegue de poder por parte del joven, el cual habia echo honor a su semilla, pues este a estado a la altura de uno de los mas grandes guerreros.

El mas contento con el resultado fue el mismo primarca, pues este chico habia superado sus expectativas por mucho, este joven, era mucho mas poderoso que cualquier astarte en el imperio, por lo que era momento de que ellos pudieran realizar su primer trabajo.

Mientras tanto los diferentes miembros del consenso quedaron muy satisfechos con los resultados, por lo que decidieron apoyar con todo lo que necesita el programa Primaris, por lo que se inicio con la masiva concepción de mujeres para crear a estos super soldados soldados.

Mientras tanto, los 300 Primaris fueron divididos en varios segmentos de 20, pero estos no viajarían solo cada segmento estaría acompañando a un capitulo de caballeros grises, quienes eran veteranos en el combate, cada capitulo estaría compuesto por 300 incluyendo a los 20 Primaris.

Y SI LOS HUMANOS ANTIGUOS TERMINABAN EN WARHAMMER 40KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora