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Pasaba a la hoja siguiente tomando notas de lo que creía podría venir en el examen, tenía el libro en mi mano izquierda mientras con la derecha escribía tarareando una canción en la espera de Embry y Jake.

Un ligero toque repetido en mi hombro me hizo girar la cabeza encontrando a Paul con los labios apretados en una sonrisa agitando una botella con lo que parecía jugo. Pause la música para quitar mis audífonos.

—¿Interrumpo?

—No, para nada, de hecho te esperaba paciente — el rio notando el sarcasmo —. ¿Qué pasa Paul?

—¿Te sigue gustando el de naranja? —tomó asiento a mi lado haciendo que quitará mis cosas, ante sus palabras lo mire como si me hiciera una broma —. Recuerdo que era tu favorito, siempre se lo cambiabas a Jacob.

—Si, sigue siendo mi favorito — tomé la botella mirándola unos segundos —. Gracias, ahora, ¿qué es lo que necesitas?

—¿No puedo simplemente darte algo? —levante una ceja a lo que el puso los ojos en blanco —. Okey, quería agradecerte por lo de la otra vez.

—No es nada.

—Dijiste que te debería algo.

—Si, pero el chiste es que yo lo escoja Paul — el río obligándome ver a otro lado para que no viera mi sonrisa —. ¿Necesitas ayuda de nuevo?

—Si no es molestia, por favor.

Asentí a lo que el sacó su cuaderno diciéndome lo que no entendió, me tome el tiempo de ayudarle paso a paso, en ocasiones hacia pausas para preguntar si entendía o necesitaba repetirlo, a veces era él quien me hacía las preguntas.

Fue raro, incluso me pregunté: ¿Cuándo fue la última vez que lo vi así? Centrado en algo con el rostro sereno sin intentar hacerme perder la paciencia con sus comentarios o bromas.

No supe cuanto estuve sumergida en mis pensamientos, solo hasta que el señaló un punto de la hoja, me hizo regresar de mis pensamientos.

Se había convertido en una especie de rutina, cuándo me encontraba en una mesa al aire libre o en la biblioteca llegaba con un bocadillo a cambio de que le ayudará en algo

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Se había convertido en una especie de rutina, cuándo me encontraba en una mesa al aire libre o en la biblioteca llegaba con un bocadillo a cambio de que le ayudará en algo.

El tenerlo cerca dejo de ser engorroso e incluso comenzaba a ser ¿confortante? Sus chistes que no tenían nada que ver con el tema por muy malos que fueran me resultaban incluso divertidos.

Aunque quisiera fingir qué todo estaba bien, mi mente me traicionaba en ocasiones mostrándome lo que paso hace años y eso me hacía tomar mi distancia. De pasar a ser un extraño podía ser ahora un conocido a duras penas, más nunca lo volvería a llamar amigo, quizá porque cuando pensaba en esa palabra relacionada a su cara hacia que un sabor amargo invadiera mi boca.

Pero solo debía dejar de pensar en eso, ¿cierto?

El hecho de que me sentí destrozada en el momento que para toda persona debería haber sido mágico, quizá esta era una oportunidad de dejar el pasado y avanzar.

Blackie  | Paul Lohete ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora