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Mile llegó a su casa casi al amanecer y muy borracho.

Bible lo ayudó a bajarse de su coche y tras abrir la puerta con las llaves que cogió de su bolsillo abrió la puerta principal y lo dejó sentado en el sofá pues pesaba demasiado para subir la gran escalinata hasta su habitación.

...-Bueno amigo, yo me voy. Duerme la mona ahí, nos vemos

-S-Si hip...mmm ... gra-gracias Bible, hip

Poco después el moreno mayor llegó y tambaleante subió las escaleras hasta su habitación donde se acostó en la cama con la ropa puesta pues le dio igual.

Tiempo después, Mile se levantó del sofá donde se había quedado dormido y a rastras subió hasta la planta superior, solo que no se detuvo en la puerta de su habitación sino que fue hasta la de Apo.

Estaba todavía muy mareado pero quería comprobar que este había llegado, así que abrió y a continuación se introdujo, caminando a tientas hasta la cama.

-Apo...Apo, ¿Estás despierto?-susurró.

El moreno se revolvió en la cama pero no le hizo caso, entonces el mayor se acercó más a él y se le quedó mirando un buen rato.

-Eres tan jodidamente travieso-comenzó a hablar en voz baja-... eres realmente un fastidio a veces pero ya me he acostumbrado a ti-añadió sentándose en el borde de la cama.

El moreno entonces soltó un ronquido simulando que dormía pues quería que este se fuese y lo dejase tranquilo.

-No sé que es lo que me ocurre contigo pero me gustas. Realmente lo haces

Apo que estaba de espaldas a este, abrió los ojos con el ceño fruncido.

-No quiero que seas de nadie más pero no sé cómo detenerte

Apo soltó un leve gemido y girándose se puso boca arriba, entonces, el mayor miró los rosados labios de este y deseó probarlos de nuevo.

-Oh joder, eres tan dolorosamente hermoso-Susurró inclinándose.

Mile se relamió sin dejar de mirarlo, ya que sentía un enorme impulso de besarlo pero no quería aprovecharse así, aunque finalmente no lo soportó más y dejó un corto beso en la frente  del ebrio moreno.

De repente, Apo abrió sus ojos y encendió la luz.

-¿Qué demonios haces?.

El mayor se apartó, entonces el moreno se incorporó limpiándose.

-¿Por qué tienes la jodida costumbre de dejarme tus babas siempre?

-¿Por qué tienes la jodida costumbre de dejarme tus babas siempre?

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Mile suspiró con pesar.

—¿No has escuchado lo que he dicho?

—¿El qué?, ¿Qué te gusto?

18. JeffBarcode: Hermanos / MileApo TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora