Tres años atrás:New York.
Un año después del parto.
Haston;
Observo aquella estúpida máquina que tanto odio desde que es Natasha la persona que yace en una cama. ¿De esta forma se sienten los familiares de mis pacientes? Siempre he empatizado mucho con ellos, pero no es hasta hoy que lo experimento en carne propia. La mujer que se convirtió en mi esposa hace seis meses, sostiene mi mano mientras me regala una dulce sonrisa. ¿Cómo podré dejarla partir? Mi vista se nubla, gracias a las lágrimas que luchan por salir de mis ojos. Y no, no me siento menos hombre por mostrarme triste frente a ella. La rubia que alguna vez tuvo un intenso brillo en su mirada, se incorpora en la cama haciendo un esfuerzo sobrehumano. Natasha deposita un casto beso en mi frente y luego en mis labios.
—No sé si es cierto que hay algo después de la muerte, pero... —hace una pausa cuando se queda sin aire. Aprieto la mandíbula, hace seis meses estábamos celebrando en una capilla que éramos esposos y que había superado el cáncer en contra de todos los diagnósticos iniciales; y hoy, estamos una vez más en este maldito cuarto con la zozobra de que puede ser la última vez que la vea con vida.
—...quiero pensar que podré verte desde ese lugar y sonreír cuando vuelva a verte ilusionado con alguien, ya sabes, esa bonita sensación que sientes en el pecho cuando te enamoras. —susurra con una débil sonrisa. Niego frenéticamente y me coloco a su lado, rodeando su delgado cuerpo con mis brazos. ¿Por qué tiene que ocurrirle esto a ella? En un inicio le di una segunda oportunidad por su enfermedad, pero con el paso de los días y meses, todo cambió.
Natasha es una mujer especial, quizás tenga ese pensamiento porque es la única que he amado y con la que he compartido más que noches de pasión y tragos. Cuando nos conocimos yo solía ser lo que ella misma llamó: "Mujeriego diferente." ¿Por qué? Digamos que fui y soy respetuoso con todas las mujeres con las que he interactuado; independientemente de la razón por la que estoy con ellas. Porque vamos, siguen siendo mujeres aunque solo sea un noche de sexo sin compromiso y a mí no me gustaría que alguien tratara mal a mi mamá.
—No digas eso, mi amor...
Ella se pega más a mi cuerpo y coloca la cabeza en mi pecho. Entrelaza su mano con la mía, mientra le doy un beso en la sien. ¿Por qué tiene que ser así? ¿Acaso no podemos tener un final—comienzo feliz?
—Te conozco tanto, Haston, sé que te quedaste a mi lado por el recuerdo de lo que fuimos y no por lo que podíamos ser. —intento refutar, pero ella me detiene.
—No digas nada, amor mío. Fui el primer amor de tu vida, tenía intenciones de ser el último; pero ya vez, el cáncer me está ganando la partida. No quiero que te cierres a la posibilidad de amar nuevamente, quien quita y encuentres al amor de tu vida. A pesar de todo, me voy con la satisfacción de que yo he encontrado al mío. —susurra débilmente, besa una vez más mis labios y comienzo a sentir como va perdiendo las pocas fuerzas que le quedan. El horrible sonido que tanto odio suena en la habitación, indicándome que la vida de mi esposa ha llegado a su fin.
Me aferro a ella, permito que las lágrimas bajen por mis ojos. La enfermera y el doctor encargados de su caso entran en la habitación, dispuestos a reanimarla; pero niego. Ya ha sido suficiente sufrimiento, no quiero obligarla a seguir resistiendo un poco más, por culpa de mi egoísmo. El doctor Alfred, quien viene siendo mi mejor amigo, palmea mi hombro.
—Haston, tenemos que prepararla. Sé que es difícil pero... —intenta animarme, pero niego. Limpio mi rostro y me alejo en contra de mi voluntad del cuerpo de Natasha.
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¿Casualidad, destino o mala suerte? [Libro #3] [Saga Bebé] +18 ✅
Ficção AdolescenteAlexa Sullivan es una alocada chica de veintitrés años que disfruta vivir su vida al máximo. No se limita en nada, hace lo que quiere y cumple con cada meta que se propone. Así que, ¿qué tiene de malo salir con sus amigas y pasar la mejor noche de s...