Un gol más

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—— Ven aquí mierda!— el español sujetaba, una vez más, el brazo de su única hija la cual lloraba desconsoladamente y pedía por compasión.

—— Papá me dule porfavor sueltame!

—— A mi no me gritas! Aquí el único que puede gritar soy YO!— dejó el agarre de su hija acompañado de un empujón que la dejó en el piso luego de chocar su espalda fuertemente con el escritorio— EXPLICAME ESTO!— señaló un papel en el cual se podia observar un único nueve entre todos los diez de la libreta de Argentina— ¿ACASO YO TE CRÍO MAL PARA QUE LLEGUES CON ESTA NOTA?

Todo el dolor y sufrimiento era por un nueve, uno que la misma Plata se había sacado. No era secreto que España era estricto con su hija, pero estaba llegando al punto límite de la línea, la estaba haciendo sufrir, la estaba haciendo llorar y le dejaba tantos golpes como podía dar.

—— TE PAGO UN PROFESOR PARTICULAR PARA QUE APRENDAS Y TU VIENES CON ESTO— sacudía la boleta que tenia entre sus dedos— No puedes ser tan gilipollas Plata!

—— Pero papá mis hermanos sacaron menos nota y-

Su charla fue cortada por una mano chocando contra su mejilla. Ardía. Dolía. Pero más dolió las palabras que su padre le soltó.

—— Si no cambias todas tus actitudes de niñita caprichosa— agarro un mechón blanco del cabello de la menor y lo jalo hacia arriba— Este cabello blanco va a terminar marrón porque en MI casa, TU no vas a vivir, me tienes los cojones hasta arriba con tu presencia, así que te conviene comportarte mejor, ¿vale?— como respuesta recibió un asentimiento de cabeza— A veces me arrepiento de haberte tenido, si no fuera porque eres una linda chavalita y puedes conseguir a un buen tío, no pienses que seguirías teniendo todo lo que te doy.

La soltó bruscamente y camino con pasos marcados y su típica postura firme y recta fuera de la oficina encontrándose a Italia en la entrada, esta tenía un botiquín en la mano y sus facciones demostraban miedo y preocupación. Apenas estuvo cinco metros apartado de su esposa ella entró como bala siendo disparada para ver a su hija.

—— Ay no.....mi vida.....— su primera reacción al ver a Argentina en pose fetal y bruscamente golpeada fue quedarse petrificada, una ola de culpa y dolor golpeó su pecho. Al salir de su transe intento acercarse pero la pequeña niña de tan solo 8 años no lo permitió, pidiendo a gritos que no se acerque.

—— NO ME TOQUES! NO ME HAGAS NADA, VETE!

Era como ver a un animal luego de sufrir un abusivo maltrato. La imagen de un perro abandonado que fue encontrado en el rincón de un callejón pasaba por la cabeza de la adulta mujer.

—— Amor, soy yo, tu madre, no te voy a hacer nada lo prometo— sus pasos eran lentos y su brazo extendido finalizaba con una palma abierto subida hacia arriba mientras sus rodillas bajaban cada vez más para poder quedar a la altura de la menor— Amor......déjame curarte....

—— SUELTAME! tengo miedo.....no me toques por favor.....

Fue un golpe de realidad para la de colores verde, blanco y rojo. Nunca se imaginó en esta situación, no sabía que hacer, no podía acercarse y no podía gritar, no podía hacer nada.

Tres minutos fueron los que la albiceleste uso para sus sollozos. Se quedó quieta en su lugar y nunca pensó moverse, a su lado se encontraba su madre la cual la esperaba con el botiquín abierto.

Ese día fue uno de los más feos de su vida.