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Kim estaba tan nerviosos que su estómago estaba rodando. Y tenía mucho por lo cual estar nervioso. En vez de ir directamente a la casa de campo para ver a los niños, Jungkook quería ir a su casa, empacar sus cosas, y llevarlas a la casa junto con ellos. Quería que los niños supieran que iba a casa para quedarse.

El rubio estaba a favor de esa idea. Quería que Kook estuviera con él permanentemente. Estaba aterrado de ir a la manada de Kook. Recordaba la última vez que estuvo ahí con una vívida claridad, y no quería repetir esa situación.

Aun así, a pesar de la sugerencia de Jeon de que simplemente se fuera a la casa de campo sin él, Taehyung no quería dejar a Jeon fuera de su vista. Todavía temía que nunca volviera a ver a su pareja. Demandó ir con él.

El castaño estuvo de acuerdo, pero sus instintos posesivos naturales y su necesidad de proteger a su pareja explotaron en el segundo en el que abandonaron los aposentos de Kim. Si alguien daba un paso para acercarse a Taehyung, Jungkook estaba justo ahí, gruñéndole y mostrándole los dientes. Cerniéndose sobre Taehyung. Ni siquiera dejaría que los guardias asignados al hada se acercaran a él.

—¿Estás cómodo, mi amor?

Kim le sonrió al cambiaformas y palmeó su mano. —Estoy bien. Es sólo que no me gusta mucho volar.

—Llegaremos pronto.

Kim realmente esperaba eso. No había mentido cuando le dijo a Jungkook que no le gustaba volar. No le gustaba. Era la única cosa que odiaba sobre ser un anciano: volar alrededor del mundo en cualquier momento para cumplir con sus deberes. No podía esperar a que aterrizaran.

Por supuesto, tampoco estaba esperando con ansias la futura confrontación con la familia de Jeon. Prefería estar volando. Kook parecía creer que podía empacar sus pertenencias e irse. Taehyung sabía que no era posible.

El oji-azul recordaba cuán enojados habían estado el padre de Jungkook y su hermano, cómo lo habían culpado por la situación del castaño. Recordaba las palabras, los insultos, y el dolor. Nunca había olvidado lo que había aprendido en esos fatídicos días hace cuatro años atrás. Jeon Hyun Bin y Jeon Sungjae no querían que Taehyung y Jungkook estuviesen juntos.

—El Anciano Yoo no parecía sorprendido de vernos juntos.

Kim se rió. —Ese hombre sabe muchísimo más de lo que realmente debería. Siempre lo hace, y nunca dice nada sin ponerlo en medio de un acertijo.

—Sí, lo noté.

—Sospecho que él sabía que permaneceríamos juntos desde el principio—Taehyung se rió entre dientes—. Tal vez incluso antes de que nosotros mismo lo supiéramos.

—Me dio esa impresión.

Antes de que Tae pudiera decir algo más, la azafata regreso a decirles que se prepararan para aterrizar. El rubio rápidamente se abrochó su cinturón de seguridad, luego se aferró a los reposabrazos con un agarre mortífero. Odiaba volar.

—¡Jungkook! —Chilló el hada cuando sintió la mano del hombre escabulléndose por debajo de la pretina de sus pantalones y agarró su polla—. ¿Qué estás haciendo?

—Sshhh —él alzó su dedo hasta sus labios—. Estamos aterrizando. No queremos molestar a la azafata.

Los ojos del rubio se lanzaron a su alrededor hasta que vio su largo abrigo amontonado en el asiento junto a él. Rápidamente lo agarró y cubrió su regazo, ocultado lo que estaba haciendo Jeon. Estaría mortificado si alguien los viera, pero no iba a detener a Jungkook.

Tae se reclinó en su asiento, apoyando su cabeza contra el reposacabezas, y abrió sus piernas, la mano del castaño era tan cálida, tan suave como la seda y dura como roca al mismo tiempo. Era agonizante, y Taehyung amaba cada segundo de ello.

lค งēr໓ค໓ rēงēlค໓ค ēຖtrē ēl hค໓ค ฯ lค pคຖtērค.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora