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Taehyung podía escuchar las pesadas pisadas de Jungkook corriendo detrás de él mientras él subía por las escaleras. No podía creer que se hubiesen olvidado de los niños, pero en todo este caos, tal vez había sido algo bueno. No quería que fueran objeto de la ira de su padre.

Ralentizó sus pasos cuando llegó a la puerta de la guardería para que así Jungkook pudiera alcanzarlo. El castaño lucía un poco grisáceo cuando se detuvo junto a él. Se estiró y agarró su mano.

—Deja de estar tan nervioso. Los niños te amarán.

—Es fácil para ti decirlo. —El hombre tragó con fuerza y miró a la puerta cerrada—. Ellos ya te aman.

—Y ya te aman a ti también.

—No me conocen. ¿Qué tal si me odian una vez que me conozcan? ¿Y si...?

Tae se estiró y cubrió los labios del hombre con sus dedos. —Te amarán. Sólo dales la oportunidad.

Kook volvió a tragar y luego asintió.

—¿Quieres que vaya primero?

Los ojos de Jungkook se redondearon cuando asintió de nuevo, más rápidamente esta vez. —Por favor.

Taehyung volteó la cabeza mientras sonreía, escondiendo la sonrisa en su rostro. Abrió la puerta y entró, escaneando la habitación en busca de los niños. Chillidos de emoción llenaron la habitación cuando los niños lo vieron.

Kim cayó de rodillas y abrió sus brazos para darles la bienvenida a los niños. Un peso se levantó de su pecho cuando Haneul y Daehyun saltaron a sus brazos y lo abrazaron con tanta fuerza como se lo podían permitir sus bracitos. Sabía que sostenía el tesoro más rico del mundo entre sus brazos. Sólo una cosa más lo haría perfecto.

El hada besó a cada uno de los niños en la cabeza y luego se sentó para mirar sus redondos rostros felices. —Tengo una sorpresa para vosotros.

—¿Es papá? —Dijo la rubiecita directamente—. ¿Está en casa?

—¿Eso te gustaría? —preguntó Tae.

—Oh, sí, sí, papi. —La pequeña empezó a aplaudir. Su carita se iluminó con emoción y sus ricitos rubios rebotaron alrededor de su cabeza mientras saltaba.

Daehyun sólo asintió rápidamente, sus rizos oscuros caían alrededor de su rostro. Taehyung sonrió y se dio la vuelta hacia la puerta abierta.

—Jungkookie.

Kim podía ver la ansiedad carcomiendo la confianza de su pareja cuando el hombre pasó bajo el umbral. Sus manos estaban apretadas con fuerza, su rostro tenía una firme mueca. EL hombre pantera tragó con fuerza y se arrodilló en el suelo justo al pasar la puerta. Jungkook miró a los niños. Haneul y Daehyun miraron a Jungkook.

—Hola, niños —finalmente susurró él.

—¡Papá! —Chilló la niña y corrió a través del pequeño espacio entre ellos y luego se lanzó a los brazos de la pantera.

Daehyun vaciló por un mili segundo y luego corrió tras su hermana.

Jungkook los envolvió en sus grandes brazos y los sostuvo con fuerza contra su pecho.

Las lágrimas corrían por los ojos de Taehyung ante la alegría irradiando de su pantera. Los propios ojos de su pareja lucían sospechosamente húmedos cuando miró a Tae.

Gracias —susurró el castaño.

Kim solamente asintió. Su gratitud provenía de ver al hombre que amaba reuniéndose finalmente con sus hijos. No necesitaba nada más.

lค งēr໓ค໓ rēงēlค໓ค ēຖtrē ēl hค໓ค ฯ lค pคຖtērค.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora