Capitulo 12.Tras la Máscara del Príncipe de Slytherin

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La tenue luz del alba asomaba, revelando la solitaria estancia del cuarto de hombres en el colegio de magia y hechicería. Un pulcro silencio se adueñó de las paredes, envolviendo la habitación en una atmósfera pesada y taciturna. Los momentos de tensión vividos se disolvieron, pero dejaron tras de sí un rastro de soledad palpable.

Bajo las mantas que ocultaban su rostro, Harry James Potter mordía nervioso la comisura de sus labios, sumido en la oscuridad de sus propios pensamientos. La angustia se apoderaba de su pecho, y en esa quietud matutina, la soledad se hacía más profunda. Los recuerdos de Draco y Hermione abandonando la sala de Gryffindor se repetían incesantemente en su mente, como fantasmas que atormentaban su tranquilidad.

En el rincón de su habitación, la impotencia se manifestaba en susurros de desesperación.

¿Por qué Draco?

El odio que sentía hacia él eclipsaba cualquier atisbo de amor que Hermione pudiera despertar en su corazón. La soledad del cuarto actuaba como un eco de sus pensamientos más oscuros. Oculto bajo las sábanas, Harry se envenenaba constantemente con la amargura de detestar todo lo vivido en ese comienzo de curso, reconociendo con pesar que preferiría ver a su amada muerta antes que en los brazos del arrogante príncipe de Slytherin.

En la sala común de Slytherin, situada bajo las aguas del lago de Hogwarts, la penumbra era acentuada por la luz tenue que filtraba desde la superficie acuática. Los amigos íntimos de Draco aguardaban en silencio, inmersos en la atmósfera única que les brindaba su ubicación submarina. Las paredes de piedra parecían susurrar secretos en la quietud, y los destellos de luz del lago conferían al ambiente una tensión melancólica.

Habían presenciado la partida de los profesores junto a Draco, y la preocupación se manifestaba en cada gesto de sus rostros. El semblante de Draco reflejaba un sufrimiento palpable, como si las aguas que los rodeaban llevaran consigo el peso de un dolor indescriptible.

Entre ellos, Theodore Nott se movía inquieto, mientras la sala resonaba con el susurro sutil del agua. Sabía que la promesa era el núcleo del problema, y su preocupación no solo se dirigía a Draco, sino también a su hermana gemela, Hermione. La tensión en el aire adquiría una profundidad melancólica, como si el lamento del lago resonara en sintonía con las incertidumbres que abrazaban sus vidas.

En la sala común de Slytherin, el silencio se hizo palpable con la entrada de los profesores Snape, el director Albus y Marlon Castel. La luz tenue resaltaba la solemnidad del momento, mientras las miradas de los estudiantes se posaban en ellos, llenas de intriga y ansiedad.

Tras los profesores, Draco y Hermione aparecieron, desencadenando un susurro contenido y miradas furtivas. Theodore se sorprendió al ver a su hermana, pero una expresión de alegría iluminó su rostro, y sin titubear, corrió para abrazarla.

-Todo está bien-susurró Theodore en el oído de Hermione -Yo estoy contigo, no pasará nada malo-

Percibió la incomodidad que la invadía al encontrarse en el territorio desconocido de la casa de sus mayores rivales, y fue ese gesto afectuoso lo que la llevó a aferrarse a él, encontrando consuelo en sus palabras.

Los demás amigos de Draco, como Blaise Zabini, Pansy Goyle y Grabe, se acercaron con gestos de preocupación.

-¿Cómo estás, Draco?-cuestionó Zabini con seriedad.

-Nos preocupamos por ti- añadió Pansy, con preocupación en el deje de su voz. Mientras Grabe y Goyle simplemente miraban como los eternos guardaespaldas del rubio platino, con expresión seria.

-Estoy bien, gracias por preocuparos. Hay asuntos que debemos resolver, pero todo se aclarará pronto, espero-respondió Draco, manteniendo la compostura, con determinación.

Hermione NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora