Hermione Nott

Capitulo 17.Las Pruebas De Quidditch

El amanecer trajo consigo un cielo despejado y el fresco aire matutino que se colaba por las ventanas del castillo de Hogwarts, anunciando el inicio de un nuevo día. Las primeras luces del sol acariciaban las torres de piedra y los terrenos del colegio, mientras el bullicio habitual de los estudiantes comenzaba a llenar los pasillos.

En el Gran Comedor, el desayuno se desarrollaba de manera similar al del día anterior, con un murmullo constante de conversaciones y el tintineo de cubiertos contra platos. Sin embargo, había una diferencia notable: Hermione Granger, quien solía sentarse junto a Harry y Ron, esta vez se encontraba acompañando a la comitiva de Draco Malfoy. Desde su lugar en la mesa de Gryffindor, Harry observaba a su amiga con una mezcla de preocupación y desconcierto. Aunque ella no mostraba signos de incomodidad, algo en su postura y en la forma en que evitaba sus miradas le indicaba a Harry que algo no estaba bien.

Ron, por su parte, estaba demasiado ocupado luchando contra sus propios nervios para prestar mucha atención a Hermione. Hoy era el día de las pruebas para el equipo de Quidditch de Gryffindor, y él sabía que tenía que dar lo mejor de sí mismo si quería asegurar su lugar como guardián. La presión era inmensa, y a medida que el desayuno avanzaba, apenas probó bocado, su estómago revuelto por la ansiedad.

El sol estaba ya en lo alto cuando Harry y Ginny Weasley se encontraron en el centro del campo de Quidditch. El césped verde y perfectamente cuidado se extendía bajo la luz dorada, y las banderas escarlata y doradas de Gryffindor ondeaban en lo alto de las torres, impulsadas por la suave brisa. El viento agitaba las túnicas de los dos jóvenes mientras ajustaban los últimos detalles para las pruebas.

—¿Estás listo para esto? —preguntó Ginny, lanzándole una mirada cómplice a Harry mientras ajustaba los guantes de su uniforme.

—Sí, lo estoy —respondió Harry, aunque no podía evitar sentir una leve inquietud. Las recientes graduaciones habían dejado vacantes en el equipo, y ahora era su responsabilidad llenar esos puestos con jugadores que pudieran estar a la altura.

—Ron lo hará bien —añadió Ginny, captando la preocupación de Harry—. Siempre se pone nervioso antes de las pruebas, pero una vez que está en el campo, se olvida de todo lo demás.

Harry asintió, tratando de convencerse de que todo saldría bien. Poco a poco, los aspirantes comenzaron a llegar al campo. Entre ellos, había rostros conocidos como Dean Thomas, que buscaba un puesto como cazador, y Neville Longbottom, que había decidido probar suerte como golpeador. Sin embargo, fue la presencia de Cormac McLaggen lo que atrajo más miradas. Alto, corpulento y con una arrogancia que exasperaba a todos, Cormac parecía decidido a asegurar su lugar como guardián, y no perdía oportunidad de mostrar su seguridad.

Las pruebas comenzaron con un ritmo frenético. Los jugadores se elevaban al aire, formando figuras rápidas y precisas mientras esquivaban Bludgers y lanzaban la Quaffle con fuerza y destreza. Ron, montado en su escoba, luchaba por mantener la calma. Sus manos sudorosas resbalaban en el mango de su escoba, y cada vez que una Bludger se acercaba, sentía como si el corazón se le subiera a la garganta.

Fue en medio de este bullicio que Pansy Parkinson apareció en el campo, acompañada por Hermione y Theodore Nott. Pansy, con su habitual expresión de desdén, observaba las pruebas con una mezcla de aburrimiento y curiosidad. Hermione, por su parte, mantenía una distancia emocional, aunque sus ojos no podían evitar seguir cada movimiento en el campo, especialmente los de Ron.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó Hermione en voz baja a Theodore.

—Simple, animar a Weasley —respondió Theodore con una sonrisa irónica—. Pansy quería venir a toda costa, ¿recuerdas? Además, después de ellos me toca liderar las pruebas de Slytherin junto a Draco.