Capítulo 11. Unión Involuntaria

125 12 0
                                    

Las creencias cambian gracias a las vivencias; la vida es un cúmulo de situaciones que forjan el carácter. Las consecuencias de nuestros actos siempre están presentes. Las raíces de una ideología se forman a menudo bajo la influencia de nuestros mentores o padres, y cuando la crianza es unilateral y señala a quienes son contrarios a nuestras ideas, esto puede generar caos, odio y discordancia.

Así, los hilos invisibles de la experiencia tejen los destinos de aquellos que están unidos por una "Promesa".

El vacío se desvaneció, y Draco escuchó el eco de los gritos que resonaban a través de la puerta. Era el mismo lugar que había contemplado tantas veces, pero ahora lo reconocía con un temor palpable. Se encontraba atrapado en un aterrador recuerdo, aquel castigo compartido por Hermione y Theodore Nott.

Draco revivía este evento de manera diferente. Su odio en ese momento era aplacado por la sensación de miedo que se apoderó de Hermione.

Atrapado en un torbellino de emociones, Draco observaba impotente la escena ante él. Sus propios pensamientos y emociones se entrelazaban con los de Hermione, creando una experiencia aterradora y sobrecogedora. Era una pesadilla vívida en la que él estaba prisionero, compartiendo el tormento de su prometida. Cada corriente de dolor que recorría el cuerpo de Hermione atravesaba su propia piel como si fuera un volcán ardiente. La incapacidad para detener su sufrimiento solo lo llenaba de una impotencia avasalladora, especialmente al conocer el desenlace de ese suceso.

Las puertas del lugar se abrieron, y Draco presenció la inmensidad de la sala. Su mirada, antes llena de rabia y odio hacia Hermione, ahora estaba nublada por la desesperación y el temor.

Anhelaba, con toda su alma, que lo sucedido cambiara, mientras un sudor frío recorría su frente. Ojalá pudiera liberarse de esa conexión mágica que los ataba. Deseaba que Hermione estuviera a salvo y que él pudiera alejarse de ese sufrimiento compartido.

Las palabras de Voldemort le parecieron un eco distante en su mente atormentada. No importaba el odio que sintió al ver a Nott tirado en el suelo sufriendo por causa de su hermana o la rabia que en su día le recorrió el cuerpo al encontrarse con la amenaza de que matarían a su mejor amigo. Solo importaba una cosa: la extraña conexión que parecía más fuerte que la primera vez, tramitando sus emociones sin darle tregua.

-¡CRUCIO! -el encantamiento resonó, y Draco sintió cómo cada fibra de su ser se retorcía en agonía.

Cada gemido de Hermione se entremezclaba con sus propios suspiros de angustia y dolor. Sentía cómo la maldición laceraba su propio cuerpo, una y otra vez. Las lágrimas que derramaba Hermione parecían caer en su propio rostro, y cada convulsión que ella experimentaba hacía que su propio cuerpo se retorciera de manera inexplicable. Era una pesadilla compartida que los unía en un sufrimiento inimaginable. Cada segundo parecía una eternidad, y Draco hubiera dado cualquier cosa por romper esos lazos mágicos que los ataban.

La escena se volvía aún más confusa cuando él volvía a ver a través de los ojos de Hermione y se encontraba en el gran salón de su casa. Su Madre observaba con horror, Severus permanecía impasible, Lord Voldemort disfrutaba la escena como torturador, pero nadie más que Bellatrix, su tía, o el mismo que dejaba escapar muecas de satisfacción, algo que lo horrorizaba. Todos estaban allí como testigos de su sufrimiento. Era una escena surrealista de sensaciones que amenazaba con aplastarlo y enloquecerlo.

Esa era su vida ahora, compartía una conexión con Hermione que ni él ni ella habían deseado. En medio de la tortura, Draco solo podía esperar que ese calvario llegara a su fin, aunque no sabía cómo ni cuándo. Por primera vez, el joven Malfoy deseaba con fervor un milagro que los liberara de esta pesadilla.

Hermione NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora