Avancé

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Avance

La implacable realidad azotaba sin piedad a la familia Granger. Hermione Jean Granger, la joven bruja, observaba con impotencia las fatídicas maldiciones que se precipitaban incesantemente sobre sus progenitores. Los desgarradores gritos de su familia resonaban en lo más profundo de su alma. Atrapada en un encantamiento inmovilizador, no podía más que contemplar impotente cómo Bellatrix, con retorcido deleite, jugaba ante Draco Malfoy y un encapuchado. La cruel hechicera enseñaba con fervor el arte de la tortura, haciendo realidad los peores temores de la muchacha.

¿Cómo no podrían cumplirse esos temores?

Mientras Harry contaba con la protección de su fallecida madre y Ron se beneficiaba de una ancestral estirpe de magos, Hermione, siendo una nacida de muggles, jamás tuvo la esperanza de estar a salvo.

"No es nuestra hija", pronunció su madre con voz entrecortada.

El hechizo lanzado contra la señora Granger se detuvo por orden del mismísimo Voldemort, quien interrumpió la diversión de su fiel seguidora.

"¿No es una nacida de muggles?" cuestionó el señor tenebroso a los Granger.

Los ojos de Hermione, de un profundo color café, se abrieron desmesuradamente por la impresión. Mientras su visión se nublaba, logró soltar un grito imperceptible. Draco apartó la mirada del cadáver inerte del señor Granger, lo que no pasó desapercibido para el mago oscuro.

"Malfoy", pronunció Voldemort, fijando su mirada en él con asombro. "Quiero comprobar hasta dónde has avanzado. Acaba con la mujer..."

Las palabras del señor tenebroso revolvieron el estómago del joven. Aunque en ese instante pudo sentir una pizca de pena por Hermione Granger, no fue suficiente como para arriesgar su propia vida, ni la de su madre, ni quizás la de su padre. Sosteniendo firmemente su varita entre sus manos, Draco asumió una decisión.

"Avada Kedavra", susurró Draco Malfoy, dejando escapar la maldición mortal de sus labios.

Un rayo de luz verde surgió de la varita, seguido de un desgarrador grito proveniente de la madre de Hermione. En ese momento, la joven bruja experimentó un atisbo de alivio al escuchar la voz de su madre, un sonido que le indicaba que seguía con vida, aunque por cuánto tiempo, no podía asegurarlo.

"Intenta de nuevo", susurró Bellatrix, inquieta por el fracaso de su sobrino.

"No", intervino Voldemort, dirigiendo su mirada hacia detrás de Bellatrix. "Nott", pronunció, y en ese instante el chico, oculto entre las sombras, se despojó de su capa y se reveló frente a la joven bruja. Sin titubear, apuntó su varita hacia la muggle.

Theodore

Nott, durante años, había sido entrenado en ausencia de su melliza. Bartolomeo Nott, al perder su imperio empresarial tras el prematuro fallecimiento de su esposa e hija, solo encontró una manera de ascender socialmente: Theodore Nott, un prodigio en la magia al igual que su madre.

Theodore observó a la doncella, y como tantas veces antes, le recordó a su fallecida madre: el cabello rizado descontrolado y los ojos caramelo a los que se esforzó en contemplar.

Con una expresión inexpresiva, dirigió su mirada hacia Hermione, quien comprendió de inmediato, sin lugar a dudas, que Nott no fallaría. La joven cerró sus párpados con fuerza. Aliviado por no ser visto, Theodore dejó escapar de sus labios la maldición imperdonable, marcando así el comienzo de su nueva vida.

Hermione NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora