Desperté recostada en el sofá de la sala de mi casa con un ventilador frente a mí. Ernesto estaba a mi lado. No sé cuánto tiempo había pasado mientras estuve inconsciente. Ahora, tenía el cabello recogida y tenía ropa puesta. Supongo que Analía me vistió.
—¿Cómo se siente, señorita? —preguntó él. Yo asentí mientras me reincorporaba en el sofá. Analía, que estaba sentada justo en frente del sofá, levantó la cabeza y me quedó viendo. Ya estaba arreglada. Ni sombra de la Analía neurótica de antes.
—¿Te sientes bien? —preguntó ella.
—Sí, estoy bien —respondí—, pero aún no termino de entender lo que está sucediendo. ¿En serio existe la posibilidad de que Steven sea mi papá?
—Primero dime: ¿Es Daniela el nombre de tu mamá? —preguntó. Tan solo hasta ese momento até cabos. ¿Cómo se me pudo pasar algo así?
—Sí —respondí mirando hacia algún lugar en la casa, pensando un millón de cosas.
—¡Mierda! —Dijo Analía inicialmente—. ¿Y conoces a tu padre?
—No sé quién es. Nunca lo vi ni en fotos. Mamá nunca habló de él —dije.
—En serio no sé cómo no me lo planteé.
—Pero sigo sin entender —comenté abrumada.
—Hace 20 años, Daniela estudiaba finanzas conmigo. Era una buena alumna, se esforzaba muchísimo. Yo ya tenía 2 años de novia de Steven. Tu mamá y yo nos hicimos amigas desde primer semestre, con un grado de intimidad increíble, al punto de un día proponerle lo mismo que te propusimos a ti. Sabíamos que tu mamá tenía dificultades económicas para pagar su carrera, y encontramos en ello una manera de ayudarla. Era nuestro secreto —hizo una pausa para tragar saliva y continuó—: Pero para un mes de mayo, nuestro tercer semestre de carrera, tu mamá desapareció de nuestras vidas por completo. No supimos de ella por ningún medio. Con la ayuda de mi papá y algunos contactos dentro de la universidad, descubrimos dónde vivía, y fuimos hasta su casa, justo aquí, en Independencia, pero entrando más en la colonia, y ahí tus abuelos nos dijeron que ella ya no vivía con ellos, que había salido embarazada de un tipo que "nunca quiso responder" y se había ido al pueblo. La buscamos, pero no logramos encontrarla y mira la manera en la que el destino nos la trae de vueltas —dijo Analía mientras una lágrima le corría por la mejilla.
Lo que me contaba me arrugaba el corazón y ponía en una posición complicada. Adoraba Steven, me enloquecía, pero en ese momento me sentía sucia: había una enorme posibilidad de que él fuera mi papá. Y ya había pasado demasiado con lo que martirizarme.
Llamé a mi mamá a su teléfono, pero no me contestó. Me imaginé que estaba ocupada.
«Estás bien? Quisiera viajar de inmediato, pero me es imposible.», me escribió Steven por WhatsApp.
«No te quiero ver.», le respondí. De verdad me sentía muy confundida.
—No te molestes con Steven. Tú, él y yo, e incluso Daniela, somos solo instrumentos del destino. Aquí no hay culpables. Esperemos a que él llegue y se hagan una prueba de ADN.
—Vete de mi casa, Analía —dije molesta.
—Está bien. Tómate el día, o los días que sea necesario. Te excusaré yo misma con Carlos y el equipo. Mantente tranquila —respondió resignada y salió de mi casa escoltada por Ernesto.
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Dama De Compañía
RomanceYulieth, de 19 años, estudiante en prácticas de su carrera como Asistente Administrativa, en su oficio extracurricular como dama de compañía, se enfrenta a una situación con la que jamás pensó lidiar, pero que, además, le despierta deseo que con los...