La otra cara de la moneda

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—Te quiero, Yulieth —me dijo al levantar la cabeza luego de unos segundos de terminar, aún estando dentro de mí.

—Aunque sé que me mientes, eres mi mentiroso favorito —respondí. Eso hizo que terminara de salir de mí y se acostara a mi lado izquierdo, mirando hacia el techo de la habitación, decorado con molduras de yeso e iluminado con una tenue luz led azul.

—¿Por qué crees que te miento? —preguntó él.

—Porque es así. Esto que tenemos está muy recién, aunque ha pasado de todo. Y tú apenas te enteraste que existo. No creo que me quieras. Yo, sin embargo, sí te admiraba y me encantabas desde antes de que nos cruzáramos ese día aquí.

—Eso no tiene nada que ver —me dijo—. Así tenía que ser. Y no te imaginas lo conectado que me siento a ti —completó.

—¿Conectado?

—Sí, conectado a ti.

—¿Y Analía entonces? ¿Ella sabe siquiera que estamos aquí? ¿La estás traicionando conmigo?

Él sonrío levemente.

—¿Qué te hace pensar que Analía no sabe que estoy aquí contigo? ¿Qué te hce creer que la traiciono? Ella lo sabe. Como también sabe que te quiero, y que me siento muy conectado a ti. Ella sabe cuánto necesitaba que esa prueba de hoy diera negativo —contestó.

—No entiendo cómo ella permite esto, en serio —dije muy confundida.

—Tú estás viendo solo una cara de la moneda, Yulieth. Yo soy la otra cara de la moneda: ella y yo llevamos muchos años juntos, y aunque ahora soy yo quien se siente conectado a otra persona, ha habido momentos en los que quien estuvo en esta posición, era ella, disfrutando de su sexualidad, disfrutando de la conexión con otra persona, pero siempre respetamos nuestros acuerdos y somos leal el uno al otro. Eso nos mantiene juntos.

Ahí recordé que ella me habló de lo mismo.

—¿Cuáles acuerdos? —cuestioné.

—Mira —dijo, se giró a medio lado para mirarme y estiró su mano izquierda para acariciarme la cara—: Nosotros siempre somos leales el uno al otro, tenemos objetivos claros como pareja, y nos priorizamos el uno el otro. Velamos por la salud y el desarrollo personal del otro, y siempre nos damos el lugar que nos corresponde a cada uno delante de cualquier persona. La gente no está preparada para ver relaciones de este tipo —hizo una pausa, tragó saliva—. Nosotros sabemos lo que tenemos, y eso no va a cambiar. Nos contamos todo, incluso si alguien nos atrae, si conectamos con alguien, entendiendo que es completamente natural que esto ocurra, y así juntos tomamos medidas si algo empieza a salírsenos de las manos —agregó.

En ese momento me quedé en silencio y entendí por qué ella pensaba como pensaba, por qué ella me había dicho lo que me había dicho aquel día que fuimos a comer. Eran tal para cual. Tenían el mismo ideal de relación y, evidentemente, eso los mantenía unidos. Yo estaba en shock, pero procesando lo que me acaba de decir.

Dama De CompañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora