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「 LIVERPOOL, TRES AÑOS DESPUÉS.
Hace tres años exactos se encontraban asentados en una casa en liverpool. Era tan hermosa y acogedora, tenían un hogar precioso. Y si la pelinegra era sincera, era la primera vez en toda su vida que sentía que tenía un hogar verdadero y para finn era igual, todo estaba mejor desde que decidieron alejarse de todo el mundo que los rodeaba en small heath. Se fueron simplemente sin avisar, de un día para otro y la única que sabía exactamente donde estaban era cassie, porque la joven jamás podría haberse ido dejándola atrás.
Finn tenía un buen trabajo y ya no bebía tanto whisky. Ella también trabajaba y todo era como de ensueño para ambos. Su relación había vuelto a ser la de antes y eso era fantástico, porque ninguno quería dejarse ir realmente asíque tuvieron que mejorar para seguir.
Hicieron sus vidas desde cero. Nada de pandillas, ni de burdeles, ya no querían en eso para ellos. Y aunque no se fueron demasiado lejos, fue suficiente para poder empezar de nuevo.
La de cabellos azabaches se sentó en el sofá individual que tenía junto a una ventana que le daba vista a la calle y junto a ella tenía una estantería llena de libros. Bajo la mirada al piso, viendo al pequeño de ocho meses sentado en el piso mirándola con una sonrisa traviesa en el rostro.
Jackson era hermoso.
Su razón de vivir más grande. Nunca sintió un amor tan verdadero y sincero como el que sentía por aquel pequeño de ojos azules.
Nunca se había imaginado esto. El formar una familia con un hombre, pero había pasado y se sentía de maravilla. Aprender a ser madre sola era difícil, pero finn era un gran compañero y siempre la ayudaba en todo, haciendo que todo sea un poco más fácil.
Amaba a Jackson, pero no tendría más hijos y estaba segura de eso. Era demasiado difícil y aunque amaba ser mamá, uno era más que suficiente para ella.
—Amor, ¿Estas en casa?—Escucho la voz de finn en la entrada de la casa y con una sonrisa espero verlo entrar por el pasillo.
Rápidamente Jackson comenzó a balbucear intentando llamar la atención de su padre. Finn con una sonrisa, lo tomó en brazos y se acerco hasta la pelinegra dándole un casto beso sobre los labios.
—Que hermosa estas hoy, mi amor.—Le dijo sin borrar su sonrisa, logrando que la contraria se sonroje a más no poder. Aún la ponía nerviosa como el primer día.
—Gracias amor, pero luzco igual que siempre.
—Y siempre estas hermosa.
—Vomito en su curcileria.—Murmuro cassie bajando las escaleras de la casa, ganándose la atención de los presentes. La colorada estaba de visita como cada mes.
—Que hayas terminado con isaiah, no quiere decir que el amor no exista, corazón.—Murmuro la contraría, sentándo a su hijo sobre su regazo. Cass puso los ojos en blanco.
—Isaiah era un idiota.
Finn la miro.—Ayer dijiste en la cena que lo extrañabas.—Le recordó con confusión.
—Era bueno en la cama, shelby.
Ambos rieron.
—Porque no te vienes a vivir con nosotros. Tienes tu propio cuarto y necesitaré ayuda con Jackson.—Propuso mirando a su amiga.
Suspiro.—Lo pensare.
Los adultos asintieron ligeramente. Sabían que sería lo mejor para la colorada, pero era adulta y ella sabría que hacer.
Sin dudas skye nunca se hubiera imaginado que su vida fluiria tan bien como lo esta haciendo. Al final del día, todo había valido la pena.
Estaba siendo feliz y eso era un gran logro. Estaba orgullosa y agradecida con finn, porque todo había pasado gracias a él.
