CHAPTER 28

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Aquel hombre que vestía completamente de traje color negro, la empujó haciéndola caminar al medio del bosque lejos de todo el mundo para que nadie la escuchara gritar. La había dejado escapar demasiadas veces en los últimos años y eso se iba a acabar de una vez por todas, estaba cansado y ahora nadie lo detenía.

Las rodillas de la joven golpearon fuertemente el piso y el viento golpeó su rostro con fuerza, moviendo sus cabellos azabaches intensamente. La helada abrazo su cuerpo entero y sintió  que ese era su fin.

—¿Últimas palabras?—Pregunto como básico villano de película. La pelinegra no contesto y solo mantuvo su mirada en los árboles frente a ella.—Nunca supiste dejar tu terquedad, sigues siendo la misma niña que conocí.—Murmuro mirándola aunque ella estuviera dándole la espalda.

—No, no soy la misma. Nunca pude volver a ser la misma después de conocerte, Anthony.—Murmuro en un tono bajo, casi sin pestañar.—Ninguna fue la misma después de ti y lo sabes mejor que nadie.

—Ella me amaba, tu madre amaba estar conmigo.—Contesto con fastidió. Odiaba escucharla decir esas cosas, odiaba escuchar la verdad.

La pelinegra río sin gracia.

—¡La obligaste a amarte!—Grito levantándose del piso, arrastrando las hojas secas del piso con su largo vestido color negro.—Ella te odiaba y siempre te odio, le mentiste, le fallaste.. nos fallaste a las dos.—Murmuro con decepción dejando caer las primeras lágrimas silenciosas.

—No sabes nada, lucía.

—Nunca fui lucía para ti, papá.. me usaste, me entregaste a tantos hombres que hasta perdí la cuenta.. y solo era una niña, pero te importo una mierda eso, solo querías dinero.—Estaba completamente enojada y se estaba sacando todo eso que nunca había sido capaz de decirle.

—No me llames de esa forma, lucía. No soy tu padre, ni nunca lo fui.—Le advirtió sacando su arma.

—¿Y ahora vas a matarme? ¿Eh? Eres un cobarde de primera, siempre lo has sido. Ya va a llegar esa chica que se rebele y arruine tua negocios de mierda, ya no tenemos miedo.—Musito con una sonrisa triste.

Era igual de guerrera que su madre, siempre lo había sido y eso le daba escalofríos al hombre frente a ella, porque en los ojos de la menor, solo podía ver la mirada de esa mujer que había sido su esposa.

—Tú no tienes miedo, lucía. Ellas aún lo tienen, no te ilusiones y ya nadie las va a ayudar.—Murmuro con soberbia.

—Sínico.

—Se acabo tu juego de chica revolucionaría.—Le aseguro obligándola arrodillarse nuevamente frente a él, mirándose fijamente a los ojos.—Se acabó esta mierda.—Murmuro sacándole el seguro al arma.

—Nos vas a ver en todas partes hasta el día en que te mueras.—Aseguró mirándolo fijamente.

Se escucharon dos disparos seguidos que asustaron a los pájaros de los árboles e hicieron que la pelinegra cierre los ojos fuertemente con inercia, pero luego de unos segundos volvió a abrirlos, dándose cuenta que seguía viva.

Levanto la mirada encontrándose con los ojos azules de finn shelby.

Su chico estaba ahí.

—Fue una promesa, amor.

LUNARES - FINN SHELBY ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora